Fernando-Alonso Ramírez

Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!

Correo: editornoticias@lapatria.com

X (Twitter): @fernalonso

Es increíble pensar en cómo cambia el sentido de las palabras según se asocien con algo o alguien. Hay veces que recordamos cuándo aprendimos el significado de una con tal detalle, pero por cuenta de la persona que nos lo explicó o el momento en que se dio. Al menos, me gusta recordar ese tipo de sensaciones cuando mi cerebro memorizó ese término y supo usarlo. Manías de uno.

Por eso, lo primero que pensé cuando en la distancia vi exhibido el libro del que les hablo hoy, es en cómo cambia el significado de las palabras. Porque lo que leí fueron tres palabras: Salman - Rusdhie - Cuchillo.

Por supuesto, la palabra cuchillo con ese nombre de fama mundial no podía hablar de nada distinto al atentado del que fue víctima el escritor en agosto del 2022, cuando a un personaje inane le dio por ser la mano que intentaba cumplir una sentencia ilegal de muerte, dictada 33 años antes en nombre de la religión. Los absurdos de los fundamentalismos.

Compartía yo ese día con un grupo de periodistas e intelectuales cuando nos enteramos del ataque sufrido por el escritor de origen indio en Estados Unidos, el país al que emigró desde el Reino Unido, precisamente para dejar de percibir ese miedo permanente. Actuando libremente se creyó libre.

Tuvimos que tomarnos unos minutos en la tarea que cumplíamos para reflexionar sobre la barbarie y sobre cómo hay tanto necio que se traga las palabras enteras de un individuo que se proclama, o lo proclaman, la mano en la Tierra de algún dios.

Por eso, es importante leer las reflexiones de este sobreviviente, un hombre cuyo único pecado para ganarse tamaña condena es la de ser escritor. La de simplemente usar su imaginación para poner en perspectiva ciertas tradiciones, algo de la historia de Mahoma y alguna interpretación de un aparte del Corán y poco más. Los versos satánicos marcaron su destino, pero no es precisamente su mejor obra, aunque nadie quita que es famosa y que está influida en su narración por el propio García Márquez y el realismo mágico. "Una forma de entender la discusión en torno a ese libro era que se trataba de una pelea entre quienes tienen sentido del humor y los que no", precisa el autor.

Rushdie cuenta en este nuevo libro su visión de lo sucedido ese día, de su salvación gracias a la buena fortuna, a la torpeza del atacante y al trabajo arduo de médicos, enfermeras y fisioterapeutas, entre otros, que contribuyeron a que ese hombre de 75 años viviera para contarlo y pensarlo.

Las puñaladas que recibió lo tienen hoy tuerto, con cicatrices en varias partes del cuerpo y con una convicción mayor sobre la necesidad de permitir que la libertad de expresión se dé como tiene que ser, libre y sin temores.

En el libro no quiso mencionar con nombre propio a su atacante, porque no quiere volverlo famoso, porque considera que ese personaje de baja estofa es apenas un instrumento de los absolutistas que se aprovecharon de su ignorancia como lo hacen con la de cualquiera otro que sigue a pie juntillas aquello que no entiende muy bien.

Sin embargo, durante las páginas, Rushdie se cuestiona si debería ir y confrontarlo, como por ejemplo hizo el papa Juan Pablo II con Ali Agca.

Como buen escritor, crea una ficción. Sí, una ficción en medio de un ensayo. Libertades de autor. En ella se imagina entrevistando a su atacante y lo que este podría responder, quiere dejar en evidencia que hay personas que simplemente en su convicción fundamentalista no admitirán razones diferentes.

Hay escenas dolorosas en este episodio, también hay mucha esperanza y, por supuesto, lamentaciones por cómo hay intención de muchos de gozar con el mal ajeno. Al tiempo que leemos, conocemos también las fragiliades de un hombre que envejece, las dudas, sus convicciones más profundas y, sobre todo, a un defensor de las libertades individuales, las mismas que teme estén en riesgo en el mismo Estados Unidos si las elecciones de noviembre se resuelven como las encuestas indican hasta ahora.

Léanlo, #HablemosDeLibros y defendamos la libertad de expresión, de todos, incluso de aquellos con los que no estamos de acuerdo. Ahí es donde más sentido cobra este derecho.

Subrayados

* En la muerte todos somos personas del ayer atrapadas para siempre en el pretérito.

* Lector: hay sonrisas que uno no puede pasar por alto.

* El azar determina nuestro destino tanto o más que nuestras decisiones.

* Alcancé la libertad gracias a vivir como un hombre libre.

* Si temes las consecuencias de lo que estás diciendo, entonces no eres libre.

* Hay aspectos de la libertad de prensa difíciles de defender.

* Twitter es un pozo envenenado, y si metes un cubo ahí dentro es seguro que saldrá bastante lleno de inmundicia.

* Esperar es pensar, y pensar a fondo es, en muchas ocasiones, cambiar de opinión.

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Salman - Rusdhie - Cuchillo.