Fernando-Alonso Ramírez

Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!

Correo: editornoticias@lapatria.com

X (Twitter): @fernalonso

Son tres relatos, pero para mí, dos podrían ser novelas cortas y el tercero, que es el del medio, es lo más parecido a un cuento. No obstante, prefiero llamarlos relatos porque ya entrarán los conocedores profundos de los géneros a defender por qué sí o por qué no son lo uno o lo otro. En los tiempos que corren, hay que entender que no hay límites acartonados en la escritura y que la creatividad es lo importante, tanto en la construcción de la historia como en la forma de relatar.

Se trata en los tres textos de historias muy a lo Grisham, llenas de abogados o de asuntos alrededor de los problemas del sistema judicial estadounidense, incluso vuelve a un personaje que es viejo conocido, Jake Brigance, en la pequeña ciudad de Ford County.

Vuelta a casa

Este relato parece más bien una novela inacabada. Además, que se desarrolle más o menos al comienzo de los años 90 ayuda a dejar esa sensación. Un abogado que logra el crimen perfecto, apoderarse de unos recursos que debían ser para sus clientes sin dejar rastro, pero quiere regresar y para hacerlo necesita saber que las aguas se han calmado. Es hora de reconstruir la relación con sus hijas, recuperar su entorno.

No obstante, aunque todo parece expedito, hay personas dispuestas a no dejar que las cosas se queden así, empezando por su familia política. Ahí es cuando entran en juego los abogados amigos para ver qué tan fácil o difícil es lograr ese regreso sin consecuencias, y en el medio la difícil factura que le pasa su primera hija. Recuperar el tiempo perdido no será sencillo y ganarse de nuevo a una adolescente no será tarea fácil. Un escrito que pudo haber tenido un final distinto, otros dirán que el final lo pondrá el lector, al quedar prácticamente abierto.

Luna de fresa

La luna de fresa es aquella que se ve en ciertas partes del mundo cuando se va a dar el solsticio de verano, pues parece que estuviera más cerca de la Tierra y se ve algo rojiza, más o menos así lo explica Cody, un joven en sus últimas horas en este mundo. Su tiempo ha terminado, fue condenado hace 15 años, cuando tenía 14 de edad, a la inyección letal y se acabaron todas las jugadas. Sucederá a la medianoche.

Qué pasa en esos últimos momentos en el corredor de la muerte. Cody se ha convertido en un obsesivo bibliófilo, con una colección de casi dos mil libros, que encuentra al final que son su único patrimonio. La mayoría se los ha enviado una antigua profesora, desde cuando en su club de lectura decidieron cartearse con reclusos para que ellos pudieran tener algún contacto con el mundo exterior.

Ella logra ir a conocer a su beneficiario en ese último momento y tienen una conversación alrededor de los libros y de esa idea de acompañar a través de cartas a un desahuciado por el sistema.

En medio, las duras críticas al sistema penitenciario y a la pena de muerte en los Estados Unidos. El mejor relato de los tres, de apenas 65 páginas. Y termina con la Luna de fresa.

Los adversarios

El tercer relato, de casi 150 páginas, es el más parecido al Grisham original, donde los abogados hacen de las suyas en el bufet Malloy y Malloy, el mismo que tienen que sostener en pie dos hermanos, que prácticamente no se cruzan palabra, después de que su padre, condenado por el asesinato de la madre de ambos, los obligó a comprometerse a esto, antes de ir a prisión.

Este texto tiene de todo un poco: crimen, corrupción, bajas pasiones, traición y un FBI con ganas de que alguien pague por creerse por encima del sistema. Una corta novela muy negra, aunque en lugar de buscar al criminal, se va destramando cómo alguien es capaz de hilar hasta anudar a quienes antes parecía proteger. Y, de la misma manera, cómo otros caen fácilmente en esos hilos sin apenas percatarse de ello. Es el relato que da título a la novela y seguro es por el gusto de Grisham por criticar cómo funciona el sistema.

 

En definitiva, una obra que los aficionados a Grisham disfrutarán, que podrán leer despacio, uno a uno si así lo prefieren, para darse una pausa entre texto y texto, pero que en definitiva los entretendrá. De nuevo, es hora de que cambien al traductor de Grisham a sus modismos tan españolizados, y lo haga alguien de un español más neutro. Este autor vende tanto que podría incluso tener, como las películas, traductor para España y otro para Latinoamérica. No va a pasar, pero debería.

Léanlo y #HablemosDeLibros, de los padres que no miden las consecuencias de sus actos profesionales en la vida de sus hijos, de la pena de muerte o la literatura y de la ambición y el ego que termina la vida de quienes lo creen todo resuelto.

Subrayados

  • Nadie gana una pelea familiar, tendrías que saberlo. Todo el mundo pierde.
  • El corredor de la muerte es un sitio muy seguro aunque esté lleno de asesinos.
  • Estáis tan pendientes de quién es demócrata y quién es republicano que perdéis de vista el objetivo real. ¡Ganar!
Los adversarios (John Grisham)