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Una autopista o una doble calzada se construye para transitar más rápido de lo que se puede hacer por cualquier otra vía, pero sin superar lo permitido por la ley. Eso también aplica en Colombia donde, de acuerdo con lo establecido por el Ministerio de Transporte, 120 kilómetros por hora es el límite máximo de velocidad para vías de doble calzada que no tengan en su diseño pasos peatonales, y en carreteras nacionales y departamentales está permitido hasta 90 km/h. Cualquier velocidad que sobrepase estos límites debe ser sancionada. Además, el Código Nacional de Policía prohíbe que se convoquen o programen carreras ilegales y quien lo haga incurrirá en multa de 300 salarios mínimos diarios legales vigentes.
Si está claro que eso es lo que contemplan nuestras normas por qué se permiten los llamados piques ilegales, como está sucediendo por la doble calzada entre Manizales y Chinchiná, a cargo de Autopistas del Café; especialmente en el trayecto comprendido entre las veredas La Trinidad y San Peregrino, aunque muchas veces estas carreras de carros y de motos se extienden hasta la Estación Uribe poniendo en riesgo a los otros conductores que circulan sometidos a la ley y que han pagado costosos peajes, pero también exponiendo y afectando a los habitantes de estas zonas que obligatoriamente tienen que caminar por áreas circunvecinas.
Los piques, todos ilegales porque la ley no los permite por las vías públicas del país (para eso hay pistas acondicionadas), se volvieron un problema constante que está afectando la cotidianidad. Son carreras convocadas y promovidas abiertamente por redes sociales en las que hay apuestas, desafíos sobre récord de tiempo y velocidad, cambio de placas para que no identifiquen los vehículos, consumo de sustancias alucinógenas y licor, venta de estupefacientes. Se sabe de sitios, en este tramo, a donde llegan niñeras a descargar carros que van a participar en las carreras, procedentes de todo el Eje Cafetero e incluso de otros departamentos vecinos. Muchos han llegado a contabilizar 140 motos de diferentes cilindrajes en una sola carrera, con el antecedente de que las motos no pagan peaje.
Las comunidades consideran que a las autoridades se les sale de las manos intervenir estas prácticas ilegales, porque la Policía acude cuando se les llama para disuadir a los protagonistas, pero son tantos que muy poco logran hacer 10 policías, que una vez se van vuelven de inmediato las carreras. Ya hay desespero entre los habitantes, que se sienten afectados porque perdieron la tranquilidad para dormir en las noches, cuando son más frecuentes los piques. Están generando fuertes niveles de ruido, contaminación ambiental, afectación a la fauna y reducción del turismo porque en estas zonas hay un impulso turístico que no se puede dejar perder.


Las alcaldías de Manizales y de Chinchiná, la Policía y Autopistas del Café deberían analizar este problema y aplicar una estrategia que pare definitivamente las carreras ilícitas de motos y de carros. No se puede permitir que unos cuantos quieran apropiarse de una vía que ha tenido grandes costos para la región y es parte de su competitividad, como ocurrió hace algunos días cuando la Policía trató de frenar una competencia y la respuesta de los infractores fue bloquear la Estación Uribe. Hay que privilegiar los derechos colectivos y una movilidad segura para todos. Los piques son un peligro rodante.