Votar es un derecho de los colombianos mayores de 18 años que conforman el censo electoral elaborado por la Registraduría Nacional, según sus registros de ciudadanos radicados en el país y en el exterior; y constitucionalmente es a la vez un deber que, aunque sigue siendo voluntario, representa la inmensa responsabilidad de elegir a quienes se consideran las personas con las mejores cualidades, hojas de vida y propuestas para que lleguen a ser gobernantes y dirijan los destinos de los territorios o que ocupen otros cargos de elección popular.
Por calendario, el grueso del año electoral es el 2026; sin embargo, este 2025 está marcado por votaciones para otros procesos como la consulta popular del Gobierno Petro, que si el Senado la avala este mes, en los cuatro siguientes podrá ser convocada para que vaya a decisión ciudadana en las urnas. Los jóvenes entre 14 y 28 años, ese segmento que ha sido tan esquivo a la política y a lo electoral, podrán salir a votar el 19 de octubre para escoger a los integrantes de los Consejos Municipales de Juventud, un semillero para los partidos y organizaciones políticas, y el 26 de octubre serán las consultas internas de los partidos para elegir candidatos al Congreso y algunos a sus candidatos presidenciales.
En 10 meses, el domingo 8 de marzo, será una cita doble en las urnas para votar las consultas interpartidistas de las que se escogerán candidatos presidenciales, por lo general de bloques ideológicos políticos amplios, y se elegirá al próximo Congreso de la República que estará integrado por 108 senadores y 188 representantes a la Cámara. Sigue la primera vuelta presidencial, el domingo 31 de mayo, y el artículo 190 de la Constitución ordena que si ningún candidato a presidente alcanza la mitad más uno de los votos, a las tres semanas siguientes se deberá celebrar una segunda vuelta presidencial entre quienes ocupen los dos primeros lugares en votación.
Las instituciones electorales, los partidos y los políticos deberían aprovechar estos momentos para hacer pedagogía sobre la forma correcta de sufragar, su importancia y lo peligroso que puede resultar para una democracia como la nuestra votar sin el conocimiento suficiente y la información necesaria. Expone a las personas a contribuir con propósitos que en nada benefician a la construcción de país, a que puedan caer fácilmente en la comisión de delitos electorales, o a que las manipulen para beneficiar ciertas campañas que emplean oscuros métodos para llegar al poder, pero además a que haya ciudadanos a los que les tengan que anular su voto porque lo marcaron de forma incorrecta.
La dinámica electoral se adelantó en Colombia y por ello los hoy precandidatos, los partidos y organizaciones políticas, incluso el Gobierno con su convocatoria a consulta popular, deben desarrollar estrategias que no se brinquen ninguna norma, que se hagan con transparencia y muy especialmente que promuevan el respeto por el otro y por la diferencia. Ninguna de las votaciones del 2025 y del 2026 deben ser motivos de violencia política, como ya se empieza a percibir sutilmente en el país.