España, Portugal, Andorra y una parte del sur de Francia superaron el mayor apagón eléctrico de la historia europea. Unas 60 millones de personas se quedaron sin servicio de electricidad durante unas 12 horas el lunes. Han surgido varias explicaciones, pero la realidad de los hechos solamente se conocerá después de las investigaciones que adelantan las autoridades del Gobierno español.
La demanda de potencia en España varía aproximadamente entre 32 y 40 GW y depende alrededor de un 30% de las importaciones de otros países europeos; es decir, sobre el papel es un sistema confiable, pero, como se había advertido hace unos años, el exceso de renovables obliga a ajustes en los sistemas de operación que por alguna razón se han obviado. Al parecer, un desfase en la tensión del sistema en el suroeste de la península no pudo ser absorbido por la red como consecuencia de una condición técnica relacionada con la elevada generación de energía solar fotovoltáica propia de la primavera. La estabilidad de todo sistema eléctrico depende del equilibrio entre la potencia generada y la consumida, pero con las energías solar y eólica, la generación puede caer repentinamente por causa de fenómenos climáticos.
Este apagón debe ser un aprendizaje para los países latinoamericanos, que no han sido ajenos a fenómenos similares. El 25 de febrero se presentó un apagón generalizado en Chile y la sequía hizo que Ecuador entrara desde septiembre del 2024 en racionamientos de energía de 14 horas diarias. La energía es un factor de desarrollo y la confiabilidad, el precio y la sostenibilidad deben ser los objetivos de la política. En Colombia llevamos varios años estrechando cada vez más la ventana entre oferta y demanda y de ahí que los precios de la energía sean cada vez más escandalosamente altos junto con el riesgo de racionamiento.
Los planes de expansión de generación han visto aplazadas y engavetadas varias metas, y la expansión del sistema de transmisión transita de dificultad en dificultad, ambos afectados adicionalmente por el cambio de enfoques y prioirdades cada tanto de la Unidad de Planeación Minero Energética (UPME). Colombia tiene un elevado potencial hidroenergético y lo mejor que le podría suceder al país es
complementar la energía hidroeléctrica con la solar y la eólica para mejorar la confiabilidad y mitigar el riesgo derivado del cambio climático, y con ello, construir un sistema eficiente, confiable y sostenible.
Una matriz energética 100% renovable soportada por una red de transmisión confiable es posible, necesario y clave para el desarrollo del país. Pero para lograrlo, se requiere mejorar la interacción de los agentes del sistema. El ministro de Minas y Energía debe saber que la confrontación con los gremios y las empresas y la descalificación mutua no le convienen a nadie, salvo que se privilegien los objetivos personales y los intereses políticos. Y los gremios saben que más temprano que tarde deberán sentarse con el Gobierno a construir mejores opciones de futuro. Ojalá ese encuentro no sea para atender la crisis asociada a un racionamiento como consecuencia de la inacción de todas las partes.