Los jóvenes, ¿realidad o calentura?
Los jóvenes, como semillas nuevas y promesas, han creado un terremoto social obligando a nuestro idóneo, eficiente y democrático Gobierno para escucharlos y entrar a solucionar sus inquietudes de acuerdo con sus sueños y pretensiones. Se les olvida a los jóvenes o lo ignoran, que estamos en un Gobierno sordo por naturaleza. De ahí que su sordera es patológica, de mala fe, mal intencionada, y en tal virtud incurable. Ignoran los jóvenes, el país social y político en el cual viven. Sus manifestaciones, otros las llaman protestas, son un verdadero arco iris lleno de coloridos, de insultos y denostaciones, parecidos a los juegos fatuos que aparecen y desaparecen como reacciones contra lo que no es más que la brutalidad e irracionalidad de una clase gobernante que vive y disfruta un país que construyeron a su amaño, con un sastre a su medida y recostados en sus comodidades duermen su felicidad en un período de hibernación muy, pero muy largo ¡Ah muchachos tan ilusos! ¡Ah Gobierno tan perverso! Si tuvieran un poco de sentido común o de vergüenza, las cosas serían a otro precio.
Amenazan que viene la izquierda con toda su violencia, su despotismo, su irracionalidad política y su envidia como un ave carroñera a cobrar cuentas, argumentando cataclismos, caos y bancarrotas como advertencia para cerrarle las puertas a esa “hecatombe” profetizada por un eminente expresidente a quien se le olvidó que lo habían elegido por 4 años y se quedó 12, contando el último período en cuerpo ajeno.
Preocupa que los jóvenes reclamen con tenacidad y al parecer con vocación de cambio, que en política se renueven muchas cosas, pero tal parece que piensan que cambiando de jinetes los caballos, cambian sus estilos de paso fino.
Preocupa que los jóvenes, inexpertos por demás, crean que porque asuman el mando, todo va a cambiar de la noche a la mañana, que con ellos se acabará la corrupción, el saqueo a las finanzas del Estado, la putrefacción política, la inequidad, las injusticias, las exclusiones, los privilegios.
Preocupa que los jóvenes levanten sus voces de protesta pensando solo en ellos, en un país en el cual los mayores hemos cargado con todo el peso de los abusos y atropellos y de alguna manera hemos contribuido a que el derrumbe no haya sido más grande. Preocupa que los jóvenes piensen en un país para ellos, desconociendo que los colombianos somos todos y que el sol de la justicia debe ser para todos.
Elceario de J. Arias Aritizábal

Sección
Fecha Publicación - Hora
Metadescripción

Los jóvenes, ¿realidad o calentura?
Los jóvenes, como semillas nuevas y promesas, han creado un terremoto social obligando a nuestro idóneo, eficiente y democrático Gobierno para escucharlos y entrar a solucionar sus inquietudes de acuerdo con sus sueños y pretensiones. Se les olvida a los jóvenes o lo ignoran, que estamos en un Gobierno sordo por naturaleza. De ahí que su sordera es patológica, de mala fe, mal intencionada, y en tal virtud incurable. Ignoran los jóvenes, el país social y político en el cual viven. Sus manifestaciones, otros las llaman protestas, son un verdadero arco iris lleno de coloridos, de insultos y denostaciones, parecidos a los juegos fatuos que aparecen y desaparecen como reacciones contra lo que no es más que la brutalidad e irracionalidad de una clase gobernante que vive y disfruta un país que construyeron a su amaño, con un sastre a su medida y recostados en sus comodidades duermen su felicidad en un período de hibernación muy, pero muy largo ¡Ah muchachos tan ilusos! ¡Ah Gobierno tan perverso! Si tuvieran un poco de sentido común o de vergüenza, las cosas serían a otro precio.
Amenazan que viene la izquierda con toda su violencia, su despotismo, su irracionalidad política y su envidia como un ave carroñera a cobrar cuentas, argumentando cataclismos, caos y bancarrotas como advertencia para cerrarle las puertas a esa “hecatombe” profetizada por un eminente expresidente a quien se le olvidó que lo habían elegido por 4 años y se quedó 12, contando el último período en cuerpo ajeno.
Preocupa que los jóvenes reclamen con tenacidad y al parecer con vocación de cambio, que en política se renueven muchas cosas, pero tal parece que piensan que cambiando de jinetes los caballos, cambian sus estilos de paso fino.
Preocupa que los jóvenes, inexpertos por demás, crean que porque asuman el mando, todo va a cambiar de la noche a la mañana, que con ellos se acabará la corrupción, el saqueo a las finanzas del Estado, la putrefacción política, la inequidad, las injusticias, las exclusiones, los privilegios.
Preocupa que los jóvenes levanten sus voces de protesta pensando solo en ellos, en un país en el cual los mayores hemos cargado con todo el peso de los abusos y atropellos y de alguna manera hemos contribuido a que el derrumbe no haya sido más grande. Preocupa que los jóvenes piensen en un país para ellos, desconociendo que los colombianos somos todos y que el sol de la justicia debe ser para todos.
Elceario de J. Arias Aritizábal