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Tras unos 45 años de autosuficiencia en la producción de gas natural en Colombia, a finales del 2024 y en lo que va del 2025 el país ha tenido que someterse a importar este combustible principalmente desde Estados Unidos y el Golfo de México. La explicación es que hay una necesidad de suplir la demanda, que es creciente, y además hay que paliar en algo la disminución de reservas nacionales. La Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgás) afirma que si el país sigue sin ampliar sus proyectos de exploración y producción de gas natural, solo habría oferta por seis años más (hasta el 2031), lo que hará entrar entre este año y el 2026 en una situación de déficit.
Está sucediendo muy a pesar de las posiciones del Gobierno nacional, asegurando que hay gas suficiente para estos dos años, gracias a “ahorros energéticos” efectuados por Ecopetrol en sus operaciones, y además proyectando para este año una reducción nacional de la demanda que pasaría de 848 a 816 Gbtud (que es la unidad para medir el volumen del gas natural). No obstante, la escasez se agravó por la ocurrencia de fenómenos climáticos como El Niño (altas temperaturas) en todo el país, y por la demanda en la industria, los hogares y parte de la movilidad nacional. Lo único que ha reconocido el Gobierno es que, como lo ha hecho el país desde el 2017, se importa gas natural para las plantas de generación térmica, que son grandes consumidores.
Efigás, que es la comercializadora y distribuidora en el Eje Cafetero, aunque ha podido atender su demanda con el energético nacional ratifica que para el 2026 será necesario empezar a importarlo, motivado por el desfase entre la oferta y la demanda y el vencimiento de contratos. La empresa calcula un aumento del déficit entre 30% y 35%, muy similar al promedio nacional del 30%. La situación no representa que habrá desabastecimiento, porque la demanda tendrá que ser atendida en cualquier momento con importaciones para todos los usos. El problema es que será a valores mucho más altos para las firmas comercializadoras y distribuidoras, que a su vez le tendrán que trasladar este incremento a todos los usuarios y eso se verá reflejado en los precios finales.
No se compadece con esta situación el hecho de que teniendo recursos naturales en Colombia para aumentar la producción, el Gobierno nacional se mantenga en la decisión errática de frenar y suspender los contratos de exploración para identificar yacimientos nuevos de gas natural y seguir a su etapa de explotación, lo que evitaría tener que importar todo lo que se demanda en el país. 

A todo esto hay que agregar que aunque existen proyectos aprobados, como el sonado pozo Sirius-2, considerado el descubrimiento más grande de las últimas décadas en el país y proyectado para el 2029-2030, están frenados porque requieren consultas previas con las comunidades, licencias ambientales y regulaciones de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG), lo que dificulta más disponer de estos recursos. Se puede iniciar una transición energética, si ese es el interés real, pero hay que hacerlo de manera responsable y sin afectar a usuarios ni a los empresarios.