Bienvenidos todos los intentos y los líderes mundiales que quieran hacer algo real para conseguir el fin de la guerra entre Rusia y Ucrania, porque ya lleva tres años y medio, y eso es mucho tiempo si se considera que lo que ha dejado son miles de personas muertas y heridas y la destrucción de ciudades completas; todo ello con un alto costo para lo que va a representar la reparación de víctimas y la reconstrucción de territorios devastados.
Las cumbres de este fin de semana son parte de los intentos infructuosos de Donald Trump para alcanzar este objetivo con cada uno de los implicados, por Rusia con Vladimir Putin, y por Ucrania con Volodímir Zelensky. Hay que recordar que hace unos meses a pesar de los anuncios de Trump y Putin de parar las hostilidades, al menos en un periodo de 50 días antes de llegar a un acuerdo, Rusia volvió a atacar a Ucrania lanzando drones y misiles balísticos sobre varias ciudades, que dejaron mayor afectación en 12 localidades, con varios heridos incluso, y dañaron infraestructura energética porque Ucrania no logró contener todos estos ataques.
Lo sustancial de cualquier conversación en adelante debe ser parar primero esta guerra como paso previo para llegar a un acuerdo definitivo; lo accesorio, aunque no deja de ser menos importante, es lo que busca individualmente cada país. Rusia le expresó a Trump en la cumbre realizada en Alaska el viernes que a cambio de congelar la línea de frente en Ucrania pretende tener el control total sobre el Donbás, una zona de importancia económica, natural y cultural, donde están las regiones de Lugansk y Donetsk, que se convirtió en el epicentro de los actuales combates y donde comenzó esta guerra en febrero del 2022.
Esto está bien lejos de lo que Ucrania, como país invadido por los rusos, reclama: un alto al fuego sin condiciones y garantías de seguridad para defender la soberanía territorial, además de la inclusión en la OTAN que no parece tener futuro por ahora. A la cumbre de Alaska le siguió el fin de semana en Washington la cumbre entre Trump, Zelensky y líderes de países europeos aliados de Ucrania que por fin están dispuestos a aportar en lo que ven como necesario, y es establecer un acuerdo de paz como estrategia para terminar esta terrible guerra, y no se quede exclusivamente en un alto al fuego, porque ya está demostrado que ni se cumple ni se sostiene.
Es el momento de pasar de los anuncios de buena voluntad y de la figuración a la firma de compromisos específicos con los que se selle la paz y se le ponga punto final al enfrentamiento en esta parte del mundo. Los países que han pasado por acuerdos de paz, con resultados exitosos, deberían ser llamados a la mesa para aportarle a este propósito mundial, porque la guerra Rusia-Ucrania sigue afectando globalmente, no solo mantiene en riesgo a los aliados y vecinos que se pueden ver amenazados por las reacciones bélicas y el posible uso de armas nucleares. La responsabilidad de todos, incluyendo a los países involucrados, es parar esta absurda guerra con el compromiso explícito de no volver a invadir.
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