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Es el momento de cuestionarse si se debe continuar haciendo cada año un Día sin Carro y sin Moto. ¿Vale la pena hacerlo por un día, cuando las prioridades en movilidad son otras y los efectos siguen siendo prácticamente nulos? El miércoles se ejecutó en Manizales, fue voluntario, y pasó desapercibido por la mayoría de personas. La ciudad se vio con el tránsito normal, pocos se unieron a la iniciativa de la Secretaría de Movilidad o ni siquiera se enteraron. Esto ratifica que si no es por obligación o por temor a un comparendo muy pocos están convencidos de que hay que dejar guardados los vehículos para contribuir con el ambiente y usar modos más limpios.
En el año 2010, bajo la Alcaldía de Juan Manuel Llano, se realizó el primer Día sin Carro en Manizales. Aunque no se siguieron haciendo anualmente, fue a partir del 2018 que se empezaron a desarrollar en cumplimiento de un acuerdo municipal firmado por el alcalde José Octavio Cardona. Con este antecedente de 15 años ya se debería tener mayor conciencia en esta capital, que es lo que se esperaría, y que las personas no estuvieran supeditadas a caminar o a usar el transporte público solamente cuando se aplica una restricción.
El Día sin Carro y sin Moto tampoco debería ser por satisfacer a algunos segmentos de la población, ni para cumplir compromisos políticos con organizaciones que promueven este tipo de actividades. No solo en Manizales, todas las ciudades deberían estar considerando cambiar esta estrategia por otras de movilidad más efectivas, que lleguen a un mayor número de actores viales, que lleven a la reflexión y que terminen por convencer de la importancia de ser menos contaminantes con la circulación de carros y de motos. Al menos en esta ciudad sería muy productivo que la Secretaría de Cultura y Civismo se fusionara con la de Movilidad para estos efectos.
Otra consideración importante en la toma de cualquier decisión administrativa es verificar lo que señalan los estudios. El Sistema Integrado de Monitoreo Ambiental de Caldas (SIMAC), a través de Corpocaldas y la Universidad Nacional sede Manizales como integrantes, concluyó en el 2022 que durante estas jornadas, que generalmente se realizan en un lapso de 10 o 12 horas de restricción de vehículos, se mantienen las concentraciones de material particulado PM10 y PM2,5 consideradas las más contaminantes y riesgosas para la salud. Y no solamente por el corto tiempo, también porque los vehículos que funcionan con diésel, que en su mayoría son de transporte público y no se incluyen en la medida, son los responsables de generar entre el 55% y el 60% de este material en el aire.
Los impactos económicos también deben ser tenidos en cuenta. En la jornada del miércoles, así haya tenido pocos participantes, hubo algunos establecimientos de comercio que sintieron una reducción de clientes y de ventas como efecto de los que dejaron de transitar. Habrá necesidad de establecer un plan robusto para todo el año, en el que se conjugue la educación, el civismo, la conciencia ambiental y el ánimo de aportarle a la ciudad todos los días, no solamente obligados por una fecha.