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En la ciudad sí hay cosas positivas, que muchas veces no se ven ni se valoran como deberíamos. No obstante, obliga también a reconocer que hay que mejorar todavía en muchos aspectos y eso es lo que no se puede perder de vista.
Lo positivo que se está destacando de Manizales no debe quedarse en un simple cuarto de hora; que se disfruta, pero pasa pronto. La ciudad, con todos sus actores, tiene hoy la inmensa responsabilidad de mantener los indicadores por los que la están reconociendo y más importante todavía, hacer lo que se requiera para mejorar en los indicadores que no estamos tan bien. No se trata de un reto impuesto para sostener solamente una figuración nacional o internacional, eso es importante y le suma imagen a la ciudad. Debe darse un esfuerzo para que todo esto trascienda a una mejor calidad de vida para los habitantes y su goce.
Fue declarada la Mejor ciudad para vivir en América Latina, según ONU-Hábitat Latam. Es líder nacional en el Índice de Ciudades Modernas, elaborado por el Departamento Nacional de Planeación y que evalúa el desarrollo integral de los municipios. La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres destacó a Manizales y a Caldas como referentes internacionales en gestión del riesgo y resiliencia territorial. El Consejo Privado de Competitividad y la Universidad del Rosario seleccionaron esta ciudad para presentar los resultados del Índice de Competitividad de Ciudades (ICC), en el que Manizales se mantuvo en el quinto lugar entre 32 capitales de departamento.
Es una destacada sumatoria de reconocimientos obtenidos en los últimos dos meses por Manizales, que no todas las ciudades del país logran con facilidad porque se trata de alcances cuya gestión ha demandado años de trabajo. Además son otorgados todos tras evaluaciones hechas por expertos y con metodologías probadas para ratificar que en la ciudad sí hay cosas positivas, que muchas veces no se ven ni se valoran como deberíamos. No obstante, obliga también a reconocer que hay que mejorar todavía en muchos aspectos y eso es lo que no se puede perder de vista ni dejarse deslumbrar solo por lo alcanzado.
El propio Consejo Privado de Competitividad es consciente de que este tipo de mediciones no se pueden quedar en un listado de cifras. Luego de años de aplicarlas, deben transformarse en indicadores que sean más útiles a las ciudades y a las regiones para mejorar, según las características que las hacen particulares y muy difícilmente comparables con otras del país donde la competitividad y el desarrollo están dados por áreas bien diferentes. A eso se le quiere apostar. Es decir, no hay por qué poner en rivalidad a las ciudades, pero cada una sí debe ser consciente de sus fortalezas y de sus debilidades.

El ICC deja claro que la sostenibilidad ambiental es parte de lo que nos está haciendo más frágiles, lo que es poco entendible en un territorio rodeado de montañas y vegetación. Tampoco logra buenos resultados en el pilar de infraestructura y equipamiento que tiene en cuenta indicadores de pasajeros movilizados vía aérea y el índice de conectividad aérea, demostrando que sí es una necesidad resolver estos faltantes y que hay que poner a funcionar todas las capacidades para resolverlos como única vía para seguir mejorando.