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No son tiempos tranquilos. La semana en Colombia se inició con una elevada cifra de quemados por usar pólvora, 333 que entraron a formar parte de los 453 lesionados en los primeros 10 días de diciembre, un aumento del 8,6% comparado con el año pasado. Hasta la Federación Nacional de Pirotécnicos aseguró que 70% de los quemados fue por productos altamente detonantes, sin advertencias de uso y de fabricante desconocido. Si este es el balance de los primeros días de diciembre qué se puede esperar para lo que resta de la temporada. Y de los controles para evitarlo, muy poco.
También se pide aumento de la seguridad en el país porque no cesan, especialmente en regiones de Cauca y Norte de Santander, los ataques con explosivos en manos de las disidencias de las antiguas Farc, la guerrilla del Eln y bandas de narcotraficantes que se disputan el manejo de economías ilícitas y corredores dejando civiles heridos y miembros de la Fuerza Pública asesinados. Estos hechos están sirviendo para alimentar más los argumentos pendencieros de Donald Trump, cuestionando lo poco que ha hecho el Gobierno de Gustavo Petro en la lucha contra las drogas.
En esta tensión que no para con Estados Unidos, menos sirve la reacción de Petro, quien aseguró en el consejo de ministros de esta semana que Trump está muy desinformado sobre la realidad del país y que parece que sus interlocutores lo engañan. Declaraciones muy poco diplomáticas para evitar que las relaciones bilaterales vuelvan a caer al límite de la ruptura. Controvertir no es el camino más habilidoso entre dos mandatarios que se parecen tanto en sus formas, y eso hace que las relaciones entre los dos países se desequilibre con tanta facilidad. Hay que empezar por mostrar más acciones concretas contra el narcotráfico en Colombia para argumentar que sí hay una equivocación.
Flaco favor que le hace a esta caldeada relación la posición poco clara de la canciller en referencia a que el Gobierno Petro no descartaría darle asilo a Nicolás Maduro desde que se garantice un gobierno de transición que permita su salida del poder. El Gobierno nacional no puede seguir desconociendo las serias acusaciones contra Maduro y su régimen de favorecer y proteger a guerrillas colombianas en Venezuela y su relación con el narcotráfico, que no son nada nuevo y es lo que ataca ahora Trump amenazando con el despliegue militar norteamericano. Lo que igualmente tiene que contener Colombia por la vía diplomática, no de la confrontación.
De otro lado, el remezón político para el Gobierno Petro por el bajo respaldo que sigue teniendo en el Congreso de la República corrió por cuenta esta semana con el hundimiento de la reforma tributaria en la Comisión Cuarta del Senado, con la que se pretendía recaudar 16,3 billones de pesos que taparan el desfinanciamiento del presupuesto nacional para el 2026. La mayor crítica de este tercer intento de tributaria es que se buscaba aplicar más impuestos a los ciudadanos y empresarios que son los que generan el grueso del empleo en el país, mientras el Gobierno no se esfuerza para reducir el gasto público. Pueda ser que el asunto no termine en otro decretazo, porque poca viabilidad jurídica tendría declarar el estado de emergencia económica que estaría evaluando el Gobierno.