Todo hecho de violencia intrafamiliar golpea, y de distintas maneras, a los miembros de un hogar, también a los integrantes de las familias de origen y además a los entornos comunitarios convirtiéndose en una peligrosa amalgama de afectaciones emocionales, físicas y mentales. El Centro de Información y Estadística de Manizales muestra que desde enero del 2023 hasta junio del 2025 fueron 1.442 casos reportados de violencia de género e intrafamiliar, de los cuales este año iban 308 con corte al 28 de junio.
Lo más inquietante es que al 28 de febrero se contabilizaban 1.170 casos durante toda la serie medida (enero del 2023 a junio del 2025) en Manizales, lo que muestra que en solo cuatro meses de este año hubo 272 casos nuevos reportados en todo el municipio, un promedio de 68 al mes que es una cifra muy alta para el tamaño de la población.
Esto es lo que llega a los despachos de las autoridades, pero evidentemente son muchos más casos porque para todos los tipos de violencia existe un nivel de subregistro alto que se queda en la intimidad de las personas, las familias, las comunidades. En la mayoría de eventos de violencia hay temor de denunciar y se prefiere guardar silencio.
No debería ser así, porque el mutismo, el ocultamiento, el disimulo es lo que está contribuyendo a normalizar la violencia; que hay que decirlo, se presentan en todos los barrios y todos los estratos de la ciudad, así haya unos de mayor incidencia. Se puede asegurar que se volvió un problema generalizado en el que las entidades deberían estar más volcadas a diseñar programas de salud mental, pues tiene todo que ver con esta área. Con los casos registrados en la ciudad, que están sumando dolorosas muertes, ya la Alcaldía debería contar con una política pública que permita intervenir integralmente la situación y que comience por lo preventivo.
Otro llamado es al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), entidad del Estado encargada de la protección y la atención de la infancia en los departamentos, y que debería estar cumpliendo, junto con el Municipio como aliado, una labor verdaderamente eficaz para mantener a los niños lejos de este tipo de problemas, porque son los que en muchos de estos casos de violencia intrafamiliar están asumiendo las consecuencias.
Pareciera que hay entidades que se han olvidado de la intervención social integral, en lo que corresponde a la infancia, porque también les obliga desarrollar una labor que vaya más allá de los asuntos administrativos y contractuales y esté involucrando a los padres de familia y a las comunidades para formarlas, orientarlas y cuidarlas.
Ya existen suficientes diagnósticos y estudios. Con lo que está sucediendo en Manizales en relación a la violencia intrafamiliar y otros tipos hay que trascender a la acción para ayudar a prevenir y evitar que ocurran más desenlaces fatales. Identificar a tiempo cuando alguien está en problemas, detectar las enfermedades mentales por más leves que sean y acudir a las comisarías de familia, a la Policía y a la Fiscalía sin temores es lo único que ayudará a cuidar a quienes fácilmente podrán ser nuevas víctimas.