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La elección que haga mañana el Senado de la República de un nuevo magistrado para la Corte Constitucional, en reemplazo del manizaleño José Fernando Reyes Cuartas, será clave para establecer si se mantiene en el país la independencia y autonomía de poderes o el Gobierno queda con un alto tribunal de bolsillo y a su medida, lo que sería gravísimo para la democracia nacional. Los senadores de todos los partidos y tendencias políticas deben escoger de una terna que elaboró la Corte Suprema de Justicia, integrada por Jaime Tobar, que no parece tener muchas opciones, y por Carlos Camargo, exdefensor del Pueblo, y María Patricia Balanta, magistrada de la Sala Civil y presidenta del Tribunal Superior de Buga.
El asunto central es que esta elección se convirtió, aunque no debería serlo, en una fuerte puja política entre los candidatos de dos bandos: Camargo y Balanta, quienes representan hoy, como casi todo en los últimos años en el país, una división de poderes que tienen la votación prácticamente en un empate técnico. Camargo tiene el respaldo de partidos y senadores de oposición al Gobierno, y Balanta de los gobiernistas y de otros que no están tan convencidos de que el exdefensor sea quien debe llegar al cargo, así sus colectividades lo estén respaldando, y más bien se estén inclinando por esta aspirante a magistrada a quien le atribuyen una fuerte cercanía con el Gobierno Petro.
La Corte Constitucional, al ser la institución de la Rama Judicial cuya función principal es ser guardián y protector de la integridad y supremacía de la Constitución Nacional, que tiene a su cargo decidir de manera ecuánime que los asuntos más trascendentales del país se mantengan bajo criterios de constitucionalidad, no debería estar siendo sometida a vaivenes políticos y mucho menos a artimañas relacionadas con la compra de votos y la mermelada. Por la dignidad que representa, todo magistrado de esta Corte debería llegar exclusivamente por capacidades, por idoneidad y por sus antecedentes éticos intachables, que es lo que requiere el país.
 Sin embargo, para esta elección si es Balanta la elegida, lo que es espera es que vote en derecho, en respeto de la Constitución y lejos de ideologías o partidismos. No puede convertirse, como tanto se viene temiendo, en una pieza que le permita al Gobierno Petro tener mayorías absolutas y el control de la Corte Constitucional a través de seis magistrados votando a su favor, contra otros tres, y que le permitirían al presidente pasar sin ningún contratiempo sus reformas e iniciativas y proyectarse al futuro, así no esté ya en la Presidencia, a través de sentencias.
Ojalá que con esta elección no se abra una puerta para cooptar la Corte Constitucional; ni los senadores en su votación, ni los partidos y sus dirigentes negociando los votos por cargos y otras dádivas, ni el Gobierno que ya está en sus últimas de cambio, y mucho menos cualquiera de los que sea finalmente sea el escogido como magistrado porque lo que necesita el país es cuidar su institucionalidad, donde están representadas todas las instancias de la vida nacional. Permitir que se capture cualquier instancia de la justicia, sería darle el peor golpe a Colombia.