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Nada más desgastante que una campaña política con infinidad de aspirantes. Lastimosamente es el panorama que tenemos previo a las elecciones de Congreso de la República, el 8 de marzo, y a la primera vuelta presidencial, el 31 de mayo. No ayuda la demora de los partidos y organizaciones para conformar listas a Senado y Cámara de Representantes, que de plano ya son extensas porque cada una puede integrarse hasta con igual número de curules a proveer, que para el caso del Senado son 102 incluyendo la circunscripción especial indígena, y para la Cámara, que es territorial, 161 con listas entre 18 personas, que es el caso de Bogotá y 2 personas para los departamentos con menor censo electoral. En Caldas son 5.

Pero si preocupa que a hoy no se conozcan con certeza quiénes son los ungidos para recibir avales e inscribir oficialmente las candidaturas al Congreso, el mapa para elegir al próximo presidente de la República es todavía más complejo. Que se tenga a hoy un abanico de por lo menos 100 personas, según cuentas de algunos especialistas en política, queriendo llegar al primer cargo nacional desalienta a cualquier elector y lo peor es que genera una gran confusión porque no se sabe con certeza quiénes son los que están buscando las candidaturas, cuáles son sus respaldos y sus hojas de vida.

En el sonajero actual para Presidencia hay personajes de la vida nacional, claro, con trayectoria en lo público y militancia política reconocida; pero también se cuentan una cantidad de ciudadanos desconocidos que más parecen haberse lanzado al ruedo buscando otros fines, porque además saben que no van a llegar, y son los que le están haciendo un flaco favor a las elecciones. Para la situación que atraviesa el país deberían retirar su interés y más bien intentar unirse a otros que tienen mayores posibilidades, de manera que vayan fortaleciendo las futuras candidaturas. Pero si en vez de ir reduciendo la cantidad de precandidatos, y el total sigue aumentando, va a ser muy difícil aumentar la participación de votantes.

Una democracia vigorosa en lo electoral, definitivamente no es la que permite la abundancia de candidatos, es la que busca ayudarle al elector a que pueda escoger basado en el conocimiento, en la disertación y en el convencimiento; en otras palabras, que pueda votar informado al máximo, no enfrentado a un tarjetón en el que difícilmente se logra ubicar al preferido. De información profunda y especializada sí que vamos a necesitar para las elecciones del 2026. Los 17 partidos y movimientos políticos que le anunciaron al Consejo Nacional Electoral que irán a consultas internas o interpartidistas el próximo 26 de octubre para definir candidatos permitirán ir haciendo una primera depuración.

Eso ayudará, además, a que en un contexto nacional de tanta convulsión se pueda garantizar la seguridad y protección de los candidatos, que se deben enfrentar a la escasez de recursos del Estado para este fin. No es el momento de acudir con egos a esta contienda electoral, sino pensando en lo que necesita con urgencia el país, y desde la honestidad personal resolver si su momento es otro y hay que sumarse a quien debería tomar las riendas de Colombia.