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Rusia vuelve a poner en jaque la geopolítica mundial, esta vez con un misil balístico lanzado como prueba contra Ucrania en una guerra que se acrecienta y sigue dejando confundido al resto del planeta por lo letal que este tipo de armas podrían resultar para otros países, aliados y no aliados en este conflicto que mañana completa dos años y nueve meses de haberse iniciado. Es la forma como el presidente Vladimir Putin está respondiendo al uso de armas de largo alcance, estadounidenses y británicas, enviadas a Ucrania; además de sus declaraciones en torno a que esta guerra pasó de ser un conflicto regional a uno global.

En septiembre del año pasado se habló de acercamientos de Rusia con Corea del Norte para fortalecer sus programas de armas nucleares y de la relación de los Estados Unidos con Ucrania para enviar municiones con el peligroso uranio empobrecido dirigidas a labores de contraofensiva militar. El temor es que mientras Ucrania asegura que lo que lanzó Rusia contra un complejo militar industrial fue un misil balístico intercontinental o ICBM, por sus siglas en inglés, Putin sostiene que fue un misil de medio alcance sin carga nuclear que sirvió de prueba en combate.

Los misiles ICBM hacen retroceder a la Guerra Fría entre la Unión Soviética y los EE.UU. Durante todo el siglo XX mantuvieron viva la amenaza de una guerra nuclear. Lo peligroso de un misil ICBM es que está diseñado para viajar miles de kilómetros a gran velocidad y eso dificulta que pueda ser interceptado; puede lanzar ojivas nucleares, que son armas de destrucción masiva por su contenido de plutonio, uranio e incluso hidrógeno. Otra de sus características es que se mueven por el espacio exterior antes de ingresar a la atmósfera terrestre para alcanzar su objetivo.

El temor con este tipo de armamento es que quien lo posee tiene la capacidad de lanzar un ataque nuclear a larga distancia y eso impacta directamente sobre las estrategias de defensa de muchos países. Otro riesgo que se cierne en el ambiente mundial es que los países de la OTAN, entre los que se encuentra los EE.UU., tienen como condición que un ataque a alguno de los miembros deberá ser respondido como grupo. Deja intranquilos a muchos, porque la posición de Putin es que tiene derecho a atacar objetivos militares de países cuyas armas utilice Ucrania contra Rusia. Una amenaza de guerra para seguir disminuyendo a su oponente, pero la advertencia resulta más creíble cuando Putin asegura también que no existen medios para contrarrestar armas como los sistemas modernos de defensa antiaérea.

Todo esto forma parte de los cambios a la doctrina nuclear rusa, que Putin aprobó después de que el presidente de los EE.UU., Joe Biden, autorizó a Ucrania para lanzar misiles de largo alcance norteamericanos, que les suministraron. Se abre así un boquete para que se amplíen más las alianzas de estados y las amenazas militares, mientras Rusia estima que tiene que actuar con todo su arsenal nuclear contra todo el que apoye a Ucrania, así esté muy lejos de este conflicto, y que podría afectar a muchas personas que no tienen nada que ver con una absurda guerra.