Con explosiones y destellos se inició el mes de diciembre. En una nueva tradición, sembrada con las semillas de la traquetocracia, surgió en Medellín la mala costumbre de la alborada para recibir el último mes del año. No es otra cosa que una ostentación efervescente de irrespeto por el sueño de los demás y ni hablar de las normas que prohíben el uso y quema de pólvora. Manizales entró en esta pésima costumbre y lo vivido a la medianoche del domingo fue un desafío a la autoridad, en una ciudad donde se irrespetan una a una muchas normas que buscan la convivencia, sin que les pase nada a los responsables.
El asunto no sería grave, sino es porque lo que pretende la prohibición en la mayoría de municipios de Caldas es precisamente evitar los quemados con este elemento, algo que no va a ser este año, pues hasta el viernes iban 10 quemados en Caldas, cifra que es previsible que aumente durante este fin de semana. Hoy y mañana muchos desobedientes aprovechan el homenaje a la Virgen de la Inmaculada para quemar pirotecnia y ponerse en riesgo, o a los demás, como le sucedió a un motociclista en la ciudad, al que le arrojaron una papeleta.
Es como si no se midieran las consecuencias y si al indisciplinado acto de violar la prohibición se le suma licor, pues resulta ser una combinación explosiva. La falta de cumplimiento de normas es también lo que se termina premiando cada tanto en nuestros gobiernos locales que reducen intereses moratorios de los deudores morosos de impuestos, algo que efectivamente busca promover el recaudo, pero lo injusto es que para los ciudadanos cumplidos pocos premios hay o ninguno. De hecho resultan irrisorios los beneficios por pronto pago que se aplicarán una vez más en Manizales, según el acuerdo aprobado esta semana en el Concejo.
La semana cerró en Manizales con la apertura, por fin, de la muy mal presupuestada estación del cable en Fátima, que ayudará a la movilidad en un sector complicado de la ciudad, aunque nos seguimos preguntando por qué no hubo una estación intermedia entre este barrio y la Terminal de Los Cámbulos, pues parece un recorrido muy amplio, que hará que muchos continúen usando el transporte tradicional para evitar la fatiga de caminar. Pero esas respuestas, como tantas otras, se perdieron en el berenjenal armado por la anterior Alcaldía de Manizales, que nos obliga a recordar cómo la improvisación es otra forma de corrupción cuando se trata de dineros públicos, aunque las ías poco se atrevan a poner su lupa sobre tal incumplimiento de un principio clave de la contratación estatal.
Justamente sobre las ías, a menos de un mes de que terminen su periodo al frente los contralores de Caldas y de Manizales, bueno es llamar la atención de los que llegan para ver si por fin estos organismos se dedican a lo que debe ser: recuperar los recursos públicos perdidos en lugar de perderse en asustar con anuncios de hallazgos fiscales que generalmente terminan en nada. Porque como las prohibiciones igual que con la del uso de la pólvora, estos organismos parecen ser parte del saludo a la bandera y nada más.
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