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El primer gran incendio en Manizales, el 19 de julio de 1922, dejó en cenizas cuatro casonas y locales comerciales. La noche del 4 de julio de 1925 vino el segundo. “¿Por qué se quemó casi toda la ciudad? Porque una cosa es manejar velas de parafina con pabilo, para alumbrar por la noche, y carbón vegetal para las cocinas, y otra cosa bien distinta utilizar ‘cables, fusibles y resistencias’; llegó la luz eléctrica, pero sin buenas redes de energía. Tampoco había un buen acueducto ni cuerpo de bomberos, ni agua suficiente”, describe el historiador Albeiro Valencia Llano en su libro Manizales, la aldea, el pueblo, la ciudad (2023) el impacto de esta conflagración, como se publicó en nuestro magazín cultural Papel Salmón, a propósito del centenario de esta tragedia.

El balance, narra Valencia Llano, fue de 229 edificaciones consumidas por las llamas en 32 manzanas. El tercer incendio fue ocho meses después, en marzo de 1926, que quemó la catedral de entonces, las instalaciones de LA PATRIA y cuatro manzanas. Todos ocurridos en el Centro y de los que la naciente capital logró recuperarse mostrando unión, resiliencia, pujanza y solidaridad, como ha hecho la ciudad en tragedias posteriores que han marcado su historia. Producto de estos tres grandes incendios surgió también el Cuerpo de Bomberos en Manizales, transformando la adversidad en fortaleza.

Por ello los incendios ocurridos la última semana, uno en el barrio Galán que dejó 15 personas damnificadas y sin ninguna pertenencia, y el de este lunes también en el Centro por la carrera 21 a cuadra y media de la Plaza de Bolívar, que consumió una edificación con siete cuartos del segundo piso y cuatro locales del primero, debe convocarnos a respaldar a los afectados, como en los viejos tiempos, para ayudarles a superar la tragedia que representa ver con impotencia cómo se pierde todo, el trabajo y esfuerzo de años, bajo las llamas y el agua.

Hay que destacar la efectiva intervención del Cuerpo Oficial de Bomberos y de Bomberos Voluntarios, hombres y mujeres, que acudieron a atender el incendio, y a pesar de las dificultades para sofocar las llamas crecientes no dudaron en seguir en sus labores desde adentro y afuera de la vivienda en conflagración. Aplausos y gracias a todos ellos porque siguen siendo los héroes de estos eventos, así arriesguen sus vidas en cumplimiento de sus funciones. Que se hayan usado dos vehículos canasta del Invama para controlar el fuego y lanzar agua sobre la parte alta del predio incendiado, es una salida a las restricciones en Colombia sobre vehículos donados a Bomberos por gobiernos extranjeros.

Sin embargo, es evidente la necesidad de contar con este tipo de equipamiento propio para Bomberos. En una ciudad que crece en edificaciones en altura lleva a contemplar seriamente que se debe hacer el esfuerzo y las gestiones administrativas para conseguir este tipo de vehículos. ¿Qué habría sucedido si los carros del Invama estuvieran en otras funciones y no hubiesen podido llegar a tiempo? ¿Se habrían extendido las llamas y repetido alguno de los históricos incendios de la Manizales de hace 100 años?, porque el bahareque nos sigue acompañando en buena parte del Centro y barrios adyacentes.