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174 años después de abolirse en el país la esclavitud, las poblaciones Negras, Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras siguen sometidas a formas de discriminación social y al racismo. Hace mucho deberían estar cubiertas por la justicia, dignidad e igualdad, pero siguen siendo vulnerables. Como afirma el secretario general de la ONU, António Guterres: “Seguimos siendo testigos de la lacra del racismo, que arruina vidas y mancha sociedades. Los afrodescendientes siguen enfrentándose a la injusticia, la exclusión, la discriminación sistémica y la violencia”.

Ayer se celebró el Día Nacional de la Afrocolombianidad, declarado entre otras cosas para la reivindicación de sus derechos. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), las comunidades afrocolombianas alcanzan a ser unos 10 millones de habitantes y se encuentran por todo el país; si bien sus asentamientos tradicionales están más concentrados en el pacífico y el caribe. En Caldas, de acuerdo al Censo DANE del 2018, eran 14 mil 716 personas de estas comunidades; se estima que actualmente pueden ser al menos 17 mil. En Manizales, para el Censo 2018, se registraban 4 mil 928 personas, y a hoy serían más de 5 mil.

El sentir de organizaciones que los agrupan es que necesitan una caracterización detallada, y por ende un censo diferencial, que no solo se centre en contarlos como lo hace el ejercicio del DANE, sino que se incluyan sus particularidades de vida como única forma para establecer el tipo de intervenciones que se requieren y empezar a resolver los problemas que más los aquejan. Algunos gobernantes han promovido la construcción de planes de desarrollo donde hay asociaciones, fundaciones y consejos comunitarios de comunidades negras (Marmato, La Dorada, Supía, Palestina -Arauca-, Victoria, Anserma, Manizales y recientemente ingresó Viterbo), pero se requieren es planes de etnodesarrollo, con recursos asignados y autonomía para trabajar con estas comunidades; claro está, bajo una veeduría institucional.

Solo con un conocimiento de fondo se puede empezar a diseñar planes y programas mejor elaborados para ir eliminando de los territorios el racismo y la segregación, que todavía permanece en los municipios de Caldas y sobre todo en Manizales. Estas comunidades siguen manifestando que aquí sienten rechazo en espacios laborales, educativos, deportivos, de esparcimiento; en fin, unas barreras invisibles, pero que se mantienen vigentes impidiendo que los afrocolombianos avancen y solucionen sus dificultades. Algunos de ellos sostienen que lo que hace falta es concientizar y vincular a toda la comunidad para contrarrestar estos obstáculos con un compromiso real, de manera que vaya más allá de solamente una campaña.

En esta capital, el Municipio creó la Unidad de Asuntos Étnicos como forma de abrir la participación y tener un canal directo de atención. Allí hay una persona al frente; sin embargo, persisten las dificultades presupuestales para ejecutar acciones, incluso la conmemoración de la Afrocolombianidad no se pudo hacer ayer y quedó aplazada para agosto. El sentir de estas comunidades es que no tienen cómo formular proyectos y dirigirlos al Gobierno nacional para gestionar recursos. Ya están identificadas las falencias, deben empezar a ejecutarse acciones que erradiquen toda expresión de discriminación racial porque son tan colombianos como el resto.