Fecha Publicación - Hora

El número de precandidatos presidenciales pasa del centenar y esto le complica al elector enterarse de cada nombre y hace casi imposible saber la diferencia de propuestas entre uno y otro. Por esto, es importante tener en cuenta las dificultades que tiene el país, asumir el sentido de realidad de en qué situación se encuentran los indicadores macroeconómicos y ser conscientes de que no es tiempo para vendedores de humo o para apoyar personajes que ofrecen más retórica y poca acción, o que no tienen cómo demostrar que han dirigido algo en la vida.
A qué viene todo esto. Queremos recordar que es cierto que durante el Gobierno de Gustavo Petro se han agravado indicadores, se ha acrecentado el hueco fiscal, se han abandonado proyectos estratégicos que garantizaban el futuro de las divisas y el crecimiento económico y se ha menospreciado el poder de la planeación en lo público. A lo que se suma la falta de respaldo a la Fuerza Pública para contener la inseguridad. Es necesario que esta pléyade de precandidatos sea consciente de que no es cierto que antes del hoy mandatario, las cosas estaban color de rosa.
Por estos días, precandidatos que recorren el país insisten en que todos los problemas se apellidan Petro, que antes todo era positivo. Los colombianos no podemos ser tan inocentes de caer en el maniqueísmo de los politiqueros de oficio que aprovechan la mala memoria de los colombianos. Uno de nuestros grandes males es la corrupción, que en este Gobierno también abunda, y esta tiene muchas caras, incluida la indiferencia ciudadana frente a quienes incurren en la apropiación de los bienes de todos.. Pero si en estos tres años de falta de dirección se han mantenido indicadores favorables, en buena parte obedece a la resistencia de los empresarios que con audacia mantienen sus empresas y los empleos, sumado al liderazgo de varios alcaldes que han asumido mantener la inversión en sus ciudades, a pesar del poco apoyo nacional.
Es evidente que el país tiene muchas cosas positivas sobre las cuales debe seguir construyendo un proyecto de nación. No obstante, sumado a la corrupción, el otro gran mal de Colombia es la mala distribución de la riqueza. De hecho, este fue el caballito de batalla de Petro y al que muchos le creyeron cuando habló de cambio, pero ya vimos que era solo un discurso para luego quejarse de que no lo dejaron hacer, en un país de corte presidencialista, pero así funcionan muchos políticos. Mañana tendrán a quién culpar de eso que ayer prometieron y no hicieron hoy.


Esta es la razón por la que queremos llamar la atención de los electores, para que entendamos que no basta con quienes consideran que lo mejor es volver a lo de antes. No, lo mejor es mucho más que ello. Es proponer una concertación nacional sobre los mínimos que requiere el país, como sociedad que piensa en el bienestar de todos. Para ello, es necesario asumir una postura ética, que premie las buenas ideas, las mejores personas y decida votar informado. No podemos repetir los libretos del pasado reciente. Y para llegar a ese consenso se debe empezar porque el centenar de precandidatos deponga el ego. Por ahí se empieza a demostrar los liderazgos capaces de poner a los otros por encima de sus intereses.