La mentamos que Caldas, con su población estimada de 1 millón 51 mil 282 habitantes, sea la de mayor prevalencia nacional en el consumo de tusi, droga sintética a la que le han subestimado sus efectos, porque sus distribuidores han instalado en el imaginario de consumidores que su consumo es meramente recreativo. El Estudio Nacional de Escolares 2022, registra que 2,12% de los estudiantes encuestados entre 12 y 17 años en Caldas dijeron haberla consumido en el último año; cuatro veces más que el promedio nacional (0,52%).
Un grupo de periodistas de LA PATRIA investigó este tema y al leer sus resultados causa perplejidad el entramado en el que se mueve esta droga por su fácil elaboración y distribución en los barrios, y el consumo en medio de fiestas y reuniones de jóvenes y adolescentes, principalmente. Es mal llamada ‘cocaína rosa’, se puede adquirir con facilidad por redes sociales en donde aparecen expendedores que la llevan a domicilio sin ningún problema, otros tienen vendedores de “confianza”. El punto es que no es una droga costosa y no se vende en un sitio fijo.
Es necesario hacer énfasis en los peligrosos efectos de su consumo. Los expertos consultados para el informe coinciden en que es una mezcla de diferentes compuestos psicoactivos y estimulantes de procedencia desconocida, que deja graves efectos en el organismo y podría llevar a la muerte. A pesar de eso, es muy lamentable que en el plano de la justicia no parece factible que se le ponga freno, porque ni Fiscalía ni Policía tienen recursos suficientes para hacer investigaciones contra quienes producen y venden esta droga, y las pocas que se logran llegan a dar negativo para lo que exige el Código Penal y sea sancionado. Por eso hay que llegar directamente a los fabricantes.
Es cierto que hay que enfrentar los niveles de consumo de tusi en las ciudades con políticas públicas efectivas, pero cuando buena parte de los usuarios son escolares y universitarios, hace más urgente emprender acciones. Hay que anotar que se necesita realizar estudios más completos sobre consumo, y se deberían abordar desde lo local. En el 2023 se aprobó una política pública de consumo de drogas para la década, y aunque se consideró excelente, sigue sin ser implementada, es letra muerta, mientras la distribución y el consumo siguen creciendo.
En los colegios del departamento se deben empezar a diseñar estrategias diferentes a las actuales, porque es claro que poco han servido las que existen. Hay que vincular a directivos, docentes, padres de familia, líderes comunitarios y todo actor institucional que pueda servir de medio de prevención ojalá, y si no de intervención y denuncia. Los fabricantes y distribuidores de estas peligrosas sustancias no paran y siempre estarán buscando métodos novedosos para llegarles a los menores de edad y dejarlos atrapados en el consumo de las drogas. ¿Nos preguntamos por qué tanta violencia?, es bueno también recordar a los consumidores que su dinero alimenta la maquinaria del narcotráfico.