Fernando-Alonso Ramírez

Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!

Correo: editornoticias@lapatria.com

X (Twitter): @fernalonso

La tendencia a clasificar la literatura por tipos y edades, en ocasiones nos hace perder de cosas importantes. Si le dicen a alguien que un libro es infantil o las editoriales lo encasillan como tal, pues es posible que un adulto se pierda la posibilidad de disfrutar de un texto como Alicia en el pais de las maravillas, de Lewis Carroll; o Las Brujas, de Roald Dahl.

Esto sucede con todas las categorías. La clasificación debe servir para orientar, pero no para tomárnosla tan a pecho. Por ejemplo, se encasillan libros como de autoayuda, como si al final, todos no lo fueran. Siempre los libros nos dejan lecciones que podemos tomar o no para aplicar en la vida. No he leído un mejor libro sobre liderazgo que Sidi, de Arturo Pérez-Reverte; ni he encontrado un texto más motivador que La ciudad de la alegría, de Dominique Lapierre; ni una mejor obra sobre la resiliencia que Como polvo en el viento, de Leonardo Padura. Estos los recuerdo a la carrera, pero son un ejemplo, tal vez mañana al intentar la misma comparación, acuda a otros.

Toda esta introducción es para decirles que Meridia es una obra etiquetada como juvenil, pero seguro que cualquier amante a la literatura fantástica encontrará una oportunidad para conocer nuevos mundos. La profesora de la Universidad Nacional, sede Manizales, Paula Cuéllar ha creado una sofisticada sociedad, más o menos en el Pacífico, con unas personas que parecen humanas, se comunican aparentemente como humanas, se reproducen como humanas, se ven como humanas, pero son meridias. La diferencia radica en que cuentan con el gen de la percepción, los tiempos modernos lo llamarían empatía, superdesarrollado. Son capaces de percibir lo que otro siente y esas emociones les permiten actuar de tal o cual manera, son seres transparentes, muy distintos a los aparentadores humanos.

 

El encuentro

Antonia es una geóloga, tal vez colombiana, habitante del mundo, que por casualidad, por error, por una situación no controlable, termina llegando a este archipiélago, que se oculta a los humanos y que cuenta con una desarrollada tecnología que ha elevado a su sociedad a niveles de civilidad envidiables.

Pero no todo es perfecto, como suele suceder. La violencia también se asoma por allí, los rencores, las envidias, aunque la mayoría trata de matarse menos que los humanos.

Este mundo, que se nos presenta con mapas y con su alfabeto equivalente en español, está lleno de personajes con los que la humana tiene que interactuar, mientras se decide qué hacer con ella, pero, sin proponérselo, Antonia posee la cura para un veneno que cuando se suministra a los meridios es mortal. Esta mujer es un mar de emociones y, por tanto, difícil de leer para los meridios, quienes se comunican con ella gracias a Kayla, la supercomputadora que todo lo controla, que todo lo maneja, que casi todo lo sabe y de la que se depende en grado extremo en esta sociedad.

Entrevisté a la autora (https://bit.ly/3mj0ULY) cuando apenas había presentado el primer volumen de esta saga. Pasan muchas cosas más en los dos tomos siguientes. Incluso nos hace pensar en los prejuicios que cargamos, en las responsabilidades que deberíamos asumir con los otros como sociedad y hasta frente al armamentismo.

Aunque se presenta como trilogía, debo decir que en estricto sentido no lo es, pues es necesario leer los textos de manera ordenada, sino el que llegue por el segundo o el tercer volumen se va a perder y no va a entender nada.

Nicolás es el hijo de la familia líder, porque allí, cuando los gobernantes asumen el reto de gobernar, van en combo, con la familia incluida. Este hombre, de recio carácter y de niveles de prevención alta frente a los humanos por desinformación, tendrá que desmontar muchos prejuicios de su mundo preconcebido.

 

Contradicciones

Una sociedad muy parecida en ciertos aspectos a los países nórdicos, pero también donde hay un control extremo sobre las actuaciones de los ciudadanos. Tanto que deberás prestar servicio comunitario hasta por decir malas palabras. Aparentemente muy organizada, como si fuera un mundo feliz, pero no lo es del todo, porque hay diferencias no resueltas.

En total son más de mil páginas. El primer volumen se titula El cristal de la guardiana. Es la descripción de los primeros once días de Antonia en este extraño país y su cultura; El segundo libro va hasta el día 31 y es el gran nudo de la historia: Un sentimiento prohibido, Dos corazones y la amenaza de olvidarlo todo, porque entre tantos avances, también pueden lograr intervenir en el cerebro de los humanos para borrarles la memoria. Y el tercer libro, que va del día 32 al 46, y tiempo después, se titula Alianzas prohibidas.

Es apenas mes y medio, pero son tantas las aventuras que viven Antonia y los meridios, que al terminar se siente como si ella hubiera vivido años allí, porque la descripción de cada día es tan detallada, que tenemos demasiada información y casi podemos llegar a Meridia, allá en el Pacífico, y no cometer tantas primiparadas como la protagonista. No me gustan las etiquetas, pero si quieren introducir a sus adolescentes en una buena historia, esta es una buena oportunidad para ello. Lean a esta autora, que vive entre nosotros, y #HablemosDeLibros.