El presidente molesto, decidió convocar a una consulta popular para que le aprueben sus reformas laboral y de la salud; para lograrlo, como es su costumbre, llamó al “pueblo” para que saliera a las calles y lo apoyaran con su propuesta.
La molestia del presidente obedece a que el Congreso de la República no lo acompaña en sus iniciativas. Considera que lo tienen bloqueado.
Petro no acepta la independencia de poderes y que el Congreso cumpla su función de aprobar o negar los proyectos de ley.
El presidente arrancó oficialmente la campaña a las elecciones presidenciales, dejando en claro que no tendrá escrúpulos para conseguir que su movimiento político continúe en el poder.
La sola declaratoria de día cívico nacional para la pasada marcha es una pequeña muestra de lo que será capaz de realizar para lograr su cometido. Su discurso en la marcha fue altamente confrontacional, y agresivo. Se siente acorralado, por lo que ataca a todo el que se le atraviese.
El texto propuesto por el Gobierno para la reforma laboral favorecía a los trabajadores formales, pero nada hacía por los desempleados e informales de la que hacen parte más de la mitad de los colombianos.
Son tres consultas populares que ha tenido el país después de la Constitución del 91: La política de Uribe en el 2003, la de la paz de Santos en el 2016 y la anticorrupción del 2018.
Todas taquilleras y ampliamente difundidas y socializadas y todas han sido fallidas. La de Petro requerirá para que sea tenida en cuenta 13.6 millones de votos.
Petro está convencido de que la consulta la gana de lejos, lo que le permitirá llegar fortalecido a las elecciones.
Suponiendo que el texto sea radicado en el mes de abril en el Senado, este órgano tardaría como máximo 30 días para decidir la propuesta, lo que sería en mayo.
Si se aprueba, pasaría a manos de la Registraduría Nacional, que tendría cuatro meses para convocar las elecciones, esto se daría en septiembre.
Posteriormente, de ser aprobada por la ciudadanía, nuevamente el texto pasaría a manos del Congreso, que tiene dos periodos legislativos para aprobarla.
Es decir, en el caso más extremo, para que la consulta quede convertida en ley de la República se llevaría hasta finales del primer semestre del año entrante, cuando el país haya elegido a su próximo gobernante.
El presidente confía ampliamente en su capacidad de manejar a la comunidad a través de sus discursos, de sus permanentes mensajes en X, aprovechando todo su aparato de propaganda que permanentemente “corre la línea ética”.
Con su gran poder como presidente y del 35% de aceptación popular que tiene, pretende que con preguntas populistas y atractivas se aprueben sus leyes.
La oposición tiene a su favor que Petro ha sido un mal gobernante y pésimo ejecutor, que el Gobierno está quebrado y le debe plata a todo el mundo. Que la atención en salud se encuentra en un nivel crítico, siendo lo más delicado el suministro de medicamentos.
Que las clases populares se quedaron sin facilidades para acceder a la educación superior y sin subsidios para la compra de vivienda. Que las tarifas del gas natural se han incrementado fuertemente, que muchas regiones están en llamas y que los grupos al margen de la ley se están tomando el país.