Parece un poquito fuerte el apelativo, pero a esa conclusión llegamos después de mirar las estadísticas que muestran los altos índices de accidentalidad ocasionados por tales caballeros, los motociclistas. Cuando no es que ellos mismos se matan por imprudentes, es que atropellan a los transeúntes por sus excesos de velocidad y las pésimas maneras de conducir sus aparatos. Dura tarea le espera a las autoridades de tránsito si quieren controlar el mal uso de las motos, logrando que estas cumplan su ordenada función de ser un elemento de transporte muy útil a la comunidad.
Bernardo Molina Marulanda
 

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