Se habla de la violencia en las zonas rurales, pero poco en las urbanas. Aunque en el radar están ciudades como Bogotá, Cali o Medellín, ¿Dónde quedan las otras? Como Manizales, por ejemplo.

Esa duda se planteó el jueves pasado en el evento Paces urbanas: reconfiguraciones de las violencias y retos para la construcción de paz en el Eje Cafetero y el Tolima, efectuado en el Rogelio Salmona, de la Universidad de Caldas.

Carlos Mario Perea, profesor del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Nacional y coordinador de la red Quynza, para la paz y el cuidado de la vida, contó que este colectivo, conformado por 25 nodos en distintas ciudades, busca poner en la agenda de la discusión política el tema de la paz urbana.

La pretensión es promover la discusión sobre lo que pasa en la ciudad y el problema de seguridad no se limite a la responsabilidad exclusiva de los alcaldes, sino que se analice con profundidad lo que ocurre.

Caldas, por encima de la media nacional

"Tenemos que tomar conciencia del papel de lo urbano en el conflicto. En homicidios hoy Manizales tiene una tasa muy baja, pero en el contexto nacional, Caldas y su capital ocupan un lugar medio hacía arriba", asegura Perea.

Se refiere a los cálculos hechos entre 1979 y el 2023, donde Caldas ocupa el noveno lugar. Es decir, el departamento pone el 3% de homicidios, pese a que su población es del 2%.

Y aunque destaca el descenso en la cantidad de hechos, Manizales mantiene lo que Perea llamó, una intensidad de violencia extrema. Por eso, dijo que las autoridades deben dejar de argumentar que no pasa nada.

"Pensamos siempre que el problema es que hay que traer más policías, patrullas y cámaras. Es necesario que la sociedad se vuelva sobre sí misma y se repiense qué es lo que ha pasado en Manizales, que hay una experiencia de violencia que no es nada despreciable", destacó el experto.

Más allá del vecino problemático

Carlos Mario Perea sostuvo que hay que comenzar a situar la violencia urbana, porque la gente no habla de eso y todo se reduce a los problemas de vecinos que terminan en una muerte, y los políticos y alcaldías deben apropiarse y lo conviertan en un problema de opinión pública.

"Si no, esto aparece como lo que pasa hoy, que en la ciudad no pasa nada, todo se reduce a que estaban en la fiesta, se emborracharon y se mataron. Esto va más allá y tenemos que crear una nueva conciencia del lugar de la ciudad en la producción de nuestra violencia en el país", resaltó.

La importancia de evitar la polarización

¿Pero cómo hacer que la comunidad entienda sin caer en la polarización? Perea sostiene que Colombia tiene una conflictividad extrema y eso se refleja en la cantidad de homicidios por cada 100 mil habitantes, que ni siquiera países como Brasil o México superan.

"Tenemos que mirar cómo hemos construido una cultura política en la que es legítimo matar al otro, polarizar al otro, destruir al otro. Y esto es una cosa histórica profunda, porque esto no es de ahora, esto no es de Uribe y Petro. Esto es una cosa histórica que nos persigue de mucho tiempo atrás", respondió el profesor.

Para buscar una salida, puntualizó, hay que entender cómo funciona esa cultura política de eliminar al rival y la imagen que tenemos de otro, de querer eliminarlo. Son cosas que no debe resolver la Policía, sino la sociedad.

Buscan soluciones

Este evento se efectúa a raíz de los desafíos y problemas surgidos tras la implementación del Acuerdo de Paz, la reestructuración de actores armados y criminales, persistencia de factores estructurales del conflicto y la emergencia de las ciudades como escenarios de conflictos y construcción de paz.

Tasas de homicidios

Las investigaciones hechas desde el 1979 hasta el 2023, exponen que la tasa más alta de homicidios en México fue de 27, mientras que la de Brasil llegó a 26. En Colombia, siempre por encima de 20, el pico más alto fue de 87.

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