El sacerdote caldense Darío Valencia Uribe desapareció el 25 de abril del 2024 y sus restos fueron hallados el 20 de septiembre del mismo año. Su confeso asesino llegó extraditado a Colombia.

Foto | Archivo | LA PATRIA

El sacerdote caldense Darío Valencia Uribe desapareció el 25 de abril del 2024 y sus restos fueron hallados el 20 de septiembre del mismo año. Su confeso asesino llegó extraditado a Colombia.

En la tarde de este jueves (20 de noviembre) llegó a Bogotá, extraditado de Francia, el confeso asesino del sacerdote caldense Darío Valencia Uribe, muerto el año pasado en Pereira. Su cuerpo lo encontraron en zona rural de Belalcázar, en Caldas.

Al sujeto, quien habría huido a Francia luego de cometer el crimen, lo aprehendieron gracias a un convenio de cooperación.

Hombres del Gaula y del CTI, bajo la coordinación de la Fiscalía 4 Especializada de Pereira, lo recibieron en el Aeropuerto de Bogotá y este viernes lo presentarán a audiencia para imputarle homicidio agravado y porte ilegal de armas, además de pedir medida de aseguramiento en su contra.

 

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Los detalles del asesinato del sacerdote Darío Valencia Uribe

Los detalles del crimen se supieron luego de que el implicado le confesó los hechos a un juez de Francia, en presencia de su abogado y del fiscal colombiano. LA PATRIA tuvo acceso en exclusiva a lo que se conoció.

El 25 de abril del año pasado, el sacerdote salió a las 9:59 de la mañana de la iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Pereira en su camioneta Nissan, con el fin de cerrar un negocio con el hoy extraditado por la venta de una camioneta Subaru, por $95 millones.

Desde ahí se le perdió el rastro al padre.

Lavadero

Se conoció que el señalado llegó al lavadero Las Palmas, de Viterbo, alas 3:55 de la tarde, en la camioneta del sacerdote.

El sujeto estaba de pantano hasta el cuello y portaba guantes azules.

Pidió que lavaran la camioneta, también empantanada. Esta tenía manchas de sangre en la parte trasera y él solicitó herramientas para quitar la silla del conductor. Luego la botó.

En el piso del carro había una navaja verde y 3 vainillas percutidas.

Debajo del asiento del conductor, dos armas de fuego, una de ellas traumática. Le regaló esta última al lavador y la otra se la ubicó en su pretina. 

La pantalla del carro también tenía un orificio. La quitó y la botó.

Cuando le asearon el carro se cambió de ropa y le regaló las prendas y los zapatos al trabajador del lavadero.

Se puso unas chanclas y se dirigió al parqueadero Los Almendros, de Viterbo, a esconder el carro.

 

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Fuga

Pidió al administrador del sitio de parqueo tapar el automotor con una lona, sobre todo que no se viera la placa. Pagó por adelantado y dijo que lo recogería en un mes.

Tras la desaparición del padre, era el primer sospechoso. Luego de la entrevista de los investigadores se fue del país, rumbo a Francia. El informe pericial a la sangre hallada en el carro concluyó que era la misma del sacerdote, lo que hizo presagiar lo peor.

Había motivos ya fundados para emitir una orden de captura contra este sujeto, por desaparición forzada, y se elaboró una circular roja.

Cuando lo aprehendieron en Francia no era posible extraditarlo debido a que ese delito no lo incluye el convenio de cooperación. Homicidio, sí, pero no se sabía el paradero del padre en ese momento.

Confesión 

El 11 septiembre del 2024 dio una entrevista y confesó. Dijo que iba con el padre en el carro y en la calle 38 con carrera 9 de Pereira estacionaron y aprovechó que el padre se recostó en el timón para dispararle 4 veces en la espalda.

Pasó el cuerpo para la parte trasera y manejó hacia el sector de Acapulco, con el cadáver dentro del automotor.

En una estación de servicio de esa zona empezó a ascender y llegó al punto donde arrojó al padre por una ladera. Luego llevó al carro al lavadero.

"¿Por qué lo mató?", le preguntaron en Francia. Reconoció que es el autor material

"Lo miré a los ojos y le disparé. Todos tenemos nuestros pecados", no respondió más.

Le esperaría una pena superior a los 40 años. Este viernes se legalizó la captura y el lunes se sabrá si se mantiene en reconocer su responsabilidad, cuando le imputen cargos.

Mientras tanto, Caldas y Risaralda, que aún lloran al padre Darío, agradecen que se haga justicia.

 

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