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Los constantes vaivenes administrativos del Gobierno Petro han impedido que el Ministerio de Hacienda logre acomodarse a un líder que lleve a resolver las dificultades del presupuesto nacional. Ya son cuatro ministros de Hacienda en dos años y medio, todos economistas y a todos les ha pedido la renuncia el presidente Petro. Inició con José Antonio Ocampo en agosto del 2022, quien estuvo ocho meses hasta abril del 2023. Fue reemplazado por Ricardo Bonilla en mayo del 2023, el que más tiempo ha permanecido (19 meses). Le siguió Diego Guevara, que pronto fue nombrado en diciembre del 2024, pero igual de rápida fue su salida a mediados de este mes de marzo, cuando se acaba de nombrar hace unos días a Germán Ávila.
El director ejecutivo de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, escribió por su cuenta de X: “... el Ministerio de Hacienda habrá tenido al menos cuatro ministros en este Gobierno. Desde hace seis décadas no se veía una rotación tan alta: en el Gobierno de Guillermo León Valencia (1962-1966), hubo cinco ministros”. Esta forma de administrar es poco conveniente para cualquier propósito. Se convierte en un freno para desarrollar los procesos iniciados, y a los equipos solo les queda volver a empezar, muchas veces casi de cero, según el enfoque de la nueva cabeza que llega.
Es una lástima que en un momento de dificultades fiscales se haya prescindido de expertos como Diego Guevara, quien le venía advirtiendo al Gobierno y al presidente Petro que en la administración del presupuesto nacional debían hacerse más recortes de gastos, adicionales a los $12 billones que se redujeron en enero habría que hacer otros el resto de este año por unos $25 billones como han recomendado desde varios sectores para disminuir el déficit fiscal. Desconocer conceptos técnicos y más los que están alejados de lo exclusivamente político no es sensato. Lleva a ocultar realidades y a desviarse de la ruta para alcanzar las metas financieras propuestas, que es lo que viene ocurriendo.
El Comité Autónomo de la Regla Fiscal (Carf) en Colombia, organismo encargado de hacerle seguimiento a los indicadores de sostenibilidad de las finanzas públicas, también ha sugerido que el Gobierno nacional debe entrar en austeridad de gastos públicos, porque a nivel nacional se sigue recaudando mucho menos de lo que se está gastando en inversión, en funcionamiento y en compromisos futuros. El nuevo ministro de Hacienda, Germán Ávila, debería retomar estas políticas de ahorro ante el déficit fiscal. Parece desenfocado con su anuncio de insistir con otra reforma tributaria en un momento como este.

Ser mesurados en los gastos es la única forma de no seguir impactando los mercados con más incrementos de precios, con alzas en las tasas de interés, con el cierre de créditos, con desconfianza inversionista, entre otros efectos que se ven venir como parte de una crisis fiscal de características preocupantes si no se actúa pronto. El presidente y sus ministros, en este caso el de Hacienda, no pueden seguir viendo como enemigos del Gobierno a los técnicos que los acompañan. No solo solo se puede tener personal para que haga cantos de sirena, se trata de profesionales que deben saber decir sí cuando se puede, y no, cuando es imposible ejecutar algo. Para eso son nombrados.