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En la tenencia de perros en Colombia se debería hablar y actuar sin ambages, así la Ley 2054 del 2020 haya establecido que se debe reemplazar lo que se conocía como perro de raza potencialmente peligrosa por perro de manejo especial o razas de manejo especial. Es un sofisma para referirse a 14 razas o a sus cruces o híbridos, clasificadas por expertos como aquellas que pueden causar daño a los seres humanos, además de perros que han tenido episodios de agresiones, le hayan causado la muerte a otros caninos o los que han sido adiestrados para el ataque y la defensa.

El Código Nacional de Policía y la Ley 746 del 2002 hablan sobre la tenencia de estas razas. Obligan a los propietarios de estos animales a que cuando los saquen a una vía o espacio público, en el transporte público o donde se permita su estancia deben estar sujetados por una traílla y llevar puesto un bozal. El dueño, además, debe haber registrado al perro y adquirido una póliza de responsabilidad civil extracontractual para que en casos de agresión se ampare a las víctimas con el pago de indemnizaciones por los perjuicios ocasionados.

En Caldas las cifras no son de poca monta. El área de Salud Ambiental registra que en lo corrido de este año en el departamento han sido por lo menos 3 mil casos de mordeduras de perros. Cuando esto ocurre, genera un fuerte impacto en las personas agredidas, en lo físico como en lo psicológico porque desencadena temores, miedos y fobias; pero también para sus familias y para el sistema de salud. Un accidente rábico obliga a recibir atención médica, a la aplicación de vacunas para evitar la rabia y se deben hacer visitas para chequear la salud y el comportamiento del animal. Todo un proceso que demanda gastos y recursos.

Por eso no se debería permitir a ningún tenedor de estos caninos que se resista a cumplir los requisitos; así argumente que apenas es un cachorro y actúa entendiendo que es juego, o que es un perro criado en casa y por eso puede salir suelto y sin bozal. No. Un perro de raza peligrosa lleva en su ADN esta característica, que en cualquier momento se puede activar y exacerbar, incluso contra sus dueños. En Manizales han ocurrido sonados accidentes rábicos y los perros agresores siguen vivos y coleando. No se conoce del pago de multas ejemplares por incumplir y menos de la aplicación de la eutanasia a animales con este tipo de reacciones violentas contra personas y otros animales.

Más bien la constante es ver en avenidas, calles de barrio, parques, ciclovías a perros de raza peligrosa transitando y corriendo al pie de bebés, niños, adultos mayores y personas en condición de discapacidad sin que nadie, ni siquiera las autoridades, solicite el lleno de requisitos de ley. No se debe esperar a que ocurra un accidente lamentable, en el que no solo sea una mordida sino un accidente que comprometa la vida de una o más personas, para empezar a tomar cartas en este delicado asunto. Existen las normas, ¿por qué es tan difícil aplicarlas y cumplirlas?