Un tremendo acierto. Hace pocos días se realizó en Manizales un encuentro denominado Mesa para el Desarrollo y la Sostenibilidad de Caldas, convocado por Pacto Global Red Colombia, Embajada de Canadá, Ministerio de Minas y
Energía, Gobernación de Caldas, Alcaldía de Marmato, Corpocaldas y Aris Mining y que contó con la participación de representantes de mineros, de la academia, el presidente de la Andi y otros líderes empresariales, organizaciones sociales, una nutrida representación del departamento de Antioquia, entre otros.
El encuentro y las discusiones giraron alrededor de las opciones de Marmato para resolver los desafíos y aprovechar las oportunidades que tiene un territorio caracterizado por su riqueza mineral, cultural, paisajística y natural, pero con un
marcado déficit en términos sociales, económicos, ambientales y de infraestructura. La situación de Marmato, en donde una importante riqueza en algún recurso no se ha transformado en riqueza socioeconómica y progreso del territorio, es bastante común en el país y basta con revisar los casos de Barrancabermeja, Buenaventura o La Guajira. Son muchas las razones que pueden explicar este fenómeno, pero es una clara e inequívoca evidencia de nuestra limitada capacidad para orientar procesos de desarrollo sostenibles.
La mayoría de conferencistas y panelistas quienes intervinieron en el evento coincidieron en dos cosas: en que el desarrollo debe partir de un acuerdo amplio y de una debida articulación entre gobiernos, empresarios y comunidades y en que la confianza es el activo que debemos generar y cultivar para que los acuerdos sean posibles y fructíferos. Hoy resulta muy claro que la sostenibilidad de las empresas depende de la sostenibilidad de los territorios; no existen empresas saludables en territorios que no lo son.
La confianza se construye, entre otras, con capacidad de diálogo, respeto, transparencia, humildad y apertura mental. Y es que dialogar entre diferentes es bien complejo. La lógica de las comunidades, los gobernantes y los empresarios suelen ser bien diferentes y a manera de ejemplo, los empresarios tienden a pensar en perspectiva de mediano y largo plazo mientras que los gobiernos por lo general giran alrededor de planes de desarrollo con proyección a 3 o 4 años. Las lógicas y las perspectivas son diferentes, pero debemos entender que esas diferencias enriquecen y amplían el debate y generan soluciones y propuestas más viables, integrales e incluyentes.
Mantener el foco en la tarea que a cada uno le corresponde tampoco es fácil. Con frecuencia se observan gobernantes con intereses económicos y empresarios con intereses políticos. Eso no siempre está mal, pero si en las conversaciones sobre el desarrollo de los territorios se introducen este tipo de intereses particulares, pues el asunto no va a fluir armónica y productivamente.
El desarrollo de los territorios debe pensarse, diseñarse inteligente y estratégicamente, no puede limitarse a sumar proyectos para impactar condiciones sociales, económicas o asuntos de infraestructura. Debe concebirse como un proceso de maduración lenta que se fundamenta, de acuerdo con las mejores experiencias, en la instalación de capital social e institucional que a su vez depende del capital relacional, la confianza y la capacidad de diálogo y construcción colectiva que se establezca en el territorio.
Caben en Caldas muchos más eventos como este y espero que el siguiente nos traslade al oriente del departamento para hacer acuerdos sobre el potencial energético.