En la tierra histórica y antigua que habla de Galilea, Israel, Judá existe una cadena de montañas en el Mediterráneo entre las cuales sobresale el monte Carmelo, de 550 metros, cerca de la actual Haifa. Monte que debido a su estructura se utilizaba por sus muchas cuevas como refugio; allí iban muchos a orar y a meditar como el profeta Elías y luego Eliseo.

Ya en el año 93 se habla de la fundación de un monasterio en lo alto del monte dedicado a Nuestra Señora del Monte Carmelo y sus monjes "Los Carmelitas". Cuando siglos más tarde los Sarracenos destruyeron el monasterio, los monjes se lanzaron a fundaciones en otros lugares. Así, gracias a estos andariegos orantes y evangelizadores se extendió la devoción a Nuestra Señora del Carmelo.

Dos características brotaron de este acontecimiento: el uso del escapulario como insignia de los devotos y el sentir la compañía de Nuestra Señora por los caminos del mundo, pues así como lleva en sus brazos al Niño Jesús así lleva a los creyentes y a la Iglesia con su compañía que conforta y enseña.

Hoy que es la fiesta de la Virgen del Carmen (del Carmelo) se hace hincapié en tres hechos la entrega del escapulario, que hace alusión a la lucha, al combate contra el mal y el pecado; llevado sobre los hombros (escápulas) hace alusión a las capas protectoras que los combatientes antiguos y caminantes llevaban cubriendo la parte delantera y trasera del cuerpo andariego.

Segundo hecho, ella es invocada como protectora de los viajeros por tierra, mar y aire y se implora protección para conductores y viajeros de los miles de vehículos que transitan por los senderos del mundo. Hoy reconocemos el valor de estos vehículos y de sus conductores a quienes tanta gratitud y admiración debemos por su labor admirable e incansable.

El tercer hecho es el llamado a recibir a Jesucristo como Señor y Dios de nuestra existencia, es el llamado a la oración y a escuchar lo que dijo María en Caná: "hagan lo que Él les diga".

Esta marcha por la vida marcada por combates para vencer los males y al maligno adquiere hoy figura de andariegos, viajeros, recibiendo el don de María que es Jesús, llevando el escapulario como signo de luchadores por el bien y siendo buenos compañeros de viaje con todos los hermanos de la bella tarea de vivir bien.