El hombre que murió el 5 de noviembre de 1944 en Gran Bretaña bien merece una reseña. Su vida es un libro abierto de búsqueda de vida y de fe, de vida familiar (se casó con una chica que conoció en Lourdes, Francia) y de vida profesional (médico) entregado a la investigación científica, perseguido y galardonado. Una vida de lucha, de nobleza, de sabiduría; escritor aceptado.

Nació en Lión en 1873. Inició sus estudios en su patria natal, pero cuando terminó la secundaria buscó iniciar la Medicina con el resultado que por acusaciones con falsedades de argumentos no pasó. En 1905 hizo maletas y sin rencores se trasladó a los Estados Unidos, allí inició el sueño profesional siendo aceptado en la Universidad de Chicago. Al año siguiente, aplaudido por sus investigaciones médicas, es recibido en el prestigioso centro médico Rockefeller en Nueva York.

En 1912 recibe el reconocimiento a su vida y labor. Se le otorgó el premio Nobel de Fisiología y Medicina poniéndolo en la cumbre de los científicos del mundo. Sin odios, rencores y orgullo va a Francia, pues su madre fallece.

Un libro sirvió de plataforma para sus éxitos, escrito por él: “La incógnita del hombre”, cuya lectura hace bien aún en el momento actual; presenta la altura humana y abre caminos para ascender felizmente. En esa época aún era ateo, pero decidió ir a Lourdes para refutar científicamente, dijo él, lo que una imaginación milagrera extiende. Dios le esperó allí y después del estudio de varios casos afirmó: "Estoy alucinado, son curaciones indiscutibles".

De 1914 a 1918, en la primera Guerra Mundial, presta con sencillez un servicio de alta calidad curando múltiples heridos en un hospital de campaña. Escribe otro libro profundo: "El poder de la oración". Dijo creo y se hizo bautizar exclamando: "Soy feliz, ahora soy católico".

Su nombre: Alexis Carrel; en su muerte, uno de los diarios anotó: "Murió el sabio que ha dejado escrito que la oración reconcilia al hombre con Dios y consigo mismo", actuando de medicina espiritual comprobable en pro de la salud integral de la persona.

Es oscuro sacar listas de famosos por reconocidos esfuerzos, casi siempre físicos o de figuración pasajera y olvidar seres humanos que son ejemplo y gloria para la historia. Por ello en este mes de noviembre la Iglesia nos recuerda héroes y heroínas, santos y santas.