Este tema de la prohibición de las corridas de toros está teñido de tanta farsa e hipocresía como tantas cosas en este país regido por el odio y el resentimiento de las clases dirigentes que están creando una Nación en un inmenso caos que heredarán, sin duda, las futuras generaciones. Quiero aclarar que estas líneas están escritas por un médico veterinario que protege la vida de los animales y a través de su trabajo contribuye con la generación de nuevas vidas en la ganadería colombiana. Pero además de esto entiende el espectáculo de la tauromaquia, como una actividad artística apoyada en el maltrato, la tortura y el engaño, por eso desde la rebeldía de la juventud no volvio a asistir a la plaza de toros, respetando el que sus  hijos, sus parientes o sus amigos gozaran del evento taurino.
Pero en todo este debate hay cosas que llaman insistentemente la atención, por ejemplo: ¿Por qué no se prohíben las corralejas, el coleo, las peleas de gallos y otras actividades que también riñen abiertamente y de manera brutal contra el bienestar animal? ¿Será que hay, como siempre, intereses mezquinos de politiqueros de vieja data que no quieren dejar de ser los primeros borrachitos de esas fiestas donde al amparo de una tarde soleada, gozan arriesgando vidas ajenas mientras retumban sus carcajadas? Y me pregunto también, ¿por qué no se legisla para eliminar el ejercicio de los teguas en la medicina veterinaria para que no sigan haciendo cirugías en campo a sangre fría, sin ninguna medida sanitaria y sin un manejo postoperatorio? ¿O es que una castración de unos toros o un caballo a sangre fría es un acto benevolente y sin ningún dolor?
¿Por qué no se legisla al interior del sistema productivo, sobre los ganados en confinamiento estricto, sobre las jaulas parideras de las cerdas de cría, el manejo de las aves domésticas, sobre  las pesebreras de animales condenados a prisión perpetua; por qué no sobre el transporte de animales vivos, el manejo y sacrificio de los animales en mataderos de pueblos y veredas?
Sencillamente creo que este funesto Gobierno, exceptuando algunas pocas  personas que sí entienden de bienestar animal y luchan por él, tiene, como en todo, un ánimo revanchista contra la mal llamada élite, contra los empresarios generadores de riqueza, contra las familias tradicionales que han aportado cosas muy importantes al país, mientras él y sus borregos se dedicaban a quemar magistrados y a asesinar ciudadanos a granel por no compartir sus ideas enfermizas y no someterse a sus actos corruptos y putrefactos.
Este odio y este resentimiento sin límites está llevando al país a una ruina sin control. Qué bueno  tener más juventud y más bríos para salir a luchar por la democracia y el respeto, hoy tan solo salimos a caminar vestidos de blanco y con el amor por un país representado en una bandera.