Así pintan las cosas en Once Caldas: líder, invicto, cuatro victorias en cinco fechas, 13 puntos de 15 (rendimiento 87%), campaña perfecta como local (9 de 9), ha hecho gol en todos los encuentros (suma 7) y su defensa es una de las menos vencida de la Liga.

Un equipo con resiliencia, las dos veces que comenzó perdiendo se recuperó, le empató a Equidad en Bogotá, con lo difícil que es, y le remontó al campeón Bucaramanga en Palogrande. Un soñado inicio de campeonato con un puñado de futbolistas en alto nivel y un cuerpo técnico que les encontró la medida.

El segundo periodo de Once Caldas ante los leopardos fue extraordinario. De lo mejor que se le ha visto en tiempos recientes por actitud, personalidad y decisiones correctas desde el banco. Funcionó como un relojito, dio vuelta al marcador y pudo golear.

La clave: el ingreso del argentino Lucas Ríos, un temporizador, con pase, control y lanzamiento profundo y preciso. Puso cuatro balones de gol, uno convertido por Michael Barrios y los desperdiciados por Dayro Moreno, Juan David Cuesta y Joel Contreras.

Con razón tuvo dudando al cuerpo técnico, que en la última práctica lo ubicó como posible inicialista. No caló porque sonaba ilógico tocar a Alejandro García, el motor que impulsa el fútbol ofensivo. Es la mejor versión del manizaleño, y hay que sacarle provecho. Ahora la tarea será complementarlos.

Ríos llegó al compromiso por Iván Rojas, lo que suponía riesgos en marca, superados por el planteamiento agresivo de Once Caldas que montó su operativo sobre la posesión de pelota, la recuperación rápida y el evitar que Bucaramanga se armara, como ya lo había hecho durante el primer período de la mano de Fabián Sambueza.

Lo logró tras una etapa primaria llena de confusiones por los cinco atrás y la ocupación de espacios del rival, más el hecho de no tener el esférico. De allí que Hernán Darío Herrera terminase como artífice del triunfo por la lectura, el atrevimiento y el dispositivo ordenado ante la urgencia de voltear el resultado.

Definitivamente hay técnico, y hay equipo. Lo del Arriero es inmenso, mete la ficha en el momento oportuno, ya generó una idea de juego con identidad, potenció individualidades y es evidente que tiene al grupo unido, motivado y fiel a sus principios desde lo táctico.

Un Once Caldas con argumentación que, aunque se vea perdedor despierta confianza, férreo en marca y que de a poco eleva el espectro ofensivo. Al menos contra el campeón, ninguno de los que llegó desentonó, y piden pista. Días de gracias respaldados por el fervor de un público que acompaña entusiasta.

Bien por el departamento de mercadeo y sus planes especiales de boletería a precios favorables que no afectan los privilegios de los abonados, provocando una presencia masiva que tienen a Manizales como una de las plazas futboleras más importantes e influyentes del país.

Y sobre el papel, un calendario favorable: Patriotas, el colero en las dos tablas, incluida la del descenso, y Jaguares, el penúltimo, antes del clásico con Pereira que será como visitante.

Para fructificar, seguir soñando y creer en la idea de Herrera de que este semestre la meta es el título.

Hasta la próxima...