Cada vez estoy más convencido de que indefectiblemente la vida es hoy. Algunos con aparente seguridad afirman que “todo tiempo pasado fue mejor”, una frase que antes que nada demuestra una enorme nostalgia. A mi juicio, vivir en el pasado no es sano, así como tampoco lo es pensar permanentemente en el futuro. En otras palabras, fundamentar nuestra vida en lo que ya pasó genera mucho estrés y soportarla en lo que está por venir, mucha ansiedad. Por eso lo más conveniente es focalizarnos en el presente y vivirlo con total intensidad.
La vida permanentemente nos entrega señales que confirman lo anterior. Hoy estamos, mañana no sabemos, hoy podemos tener la salud, los recursos y las herramientas para seguir adelante, mañana quien sabe. Lo único sobre lo que tenemos verdadera certeza es en el ahora. En cualquier momento nos puede llegar una limitación, una crisis o una enfermedad que nos impida tener los medios y las facultades para disfrutar nuestra existencia. El que se queda añorando el pasado no avanza tratando de recuperarlo, porque sus acciones sólo están encaminadas a tratar de repetirlo, llegando al punto de que su propio inconsciente lo considera una zona de confort de la cual no debe salir, puesto que como aparentemente ya lo conoce, le da seguridad y lo cree poder manejar.
Y el que sólo piensa en el futuro, literalmente no vive, reservando todo para que el futuro sea mejor, dejando pasar maravillosas experiencias, sin disfrutar cada momento, incluso llegando al punto de vivir en medio de una desbordada avaricia por el temor de poner en riesgo su futuro al disponer de sus recursos para darse gusto o darles gusto a sus seres queridos; y lo peor de todo, dejando pasar la vida pensando únicamente en el mañana.
Muy importante hacer claridad que al sostener que no nos podemos quedar en el pasado, por nada del mundo me estoy refiriendo a desechar los buenos recuerdos, esos que deben quedar grabados en el corazón. Lo realmente importante es dejarlos allí sin que nos frenen para evolucionar. Igualmente tener muy presente los aprendizajes recibidos a través de los errores cometidos, finalmente son los que terminan construyendo la experiencia.
Tampoco me refiero a cercenar los sueños. Estos siempre deben estar ahí para motivarnos y empujarnos a seguir adelante, con el único fin de poderlos alcanzar. Recordemos que una de las peores cosas que le pueden suceder al ser humano es perder la capacidad de soñar. No olvidemos que el que no sueña, difícilmente tiene incentivos que lo motiven a vivir.
Uno de los buenos referentes que hablan del tema que nos ocupa es Eckhart Tolle, autor de “El Poder del ahora”, el cual, además de ser un magnífico libro, para muchos se ha convertido en una guía que nos ayuda a descubrir por nosotros mismos, lo que se ha definido como el estado de iluminación al que se llega cuando serenamos nuestros pensamientos, ese estado en el que se nos facilita ver con mayor claridad el mundo que tenemos delante en el momento presente; por eso es una muy buena herramienta para aprender a vivir bajo la filosofía fundamentada en que la vida es hoy.
Tengamos claro entonces, que lo que pasó, dejó de existir; por lo tanto, no tiene por qué preocuparnos ya que no lo podemos cambiar, y lo que no ha pasado sencillamente aún no ha existido; por ende, no nos debe generar ningún tipo de ansiedad. Ocupémonos de lo que realmente podamos controlar, del ahora, del momento, del día y vivamos con total intensidad cada minuto de nuestra vida. Esta es una maravillosa manera de disfrutar nuestro paso por este universo.