Toda la vida he sido un apasionado por el fútbol, lo que me ha llevado a disfrutarlo en todos sus matices, siempre tratando de entenderlo de una manera más objetiva, procurando dejar a un lado la pasión que a todos nos genera; algo que es supremamente difícil, pero que he ido logrando después de ver y disfrutar un sinnúmero de partidos, torneos y campeonatos.

Es esta la razón por la cual, en mi vocabulario normal, es muy frecuente escuchar una frase compuesta sólo por tres palabras: “Al otro palo”, es decir al palo diferente al que la está esperando el portero; que no es otra cosa que la mejor descripción de una filosofía de vida basada en marcar la diferencia en lo que hacemos; lo que se traduce en un comportamiento completamente distinto al del común de los seres humanos para obtener resultados sorprendentes. Bajo esta premisa debemos apostarle a ser distintos y por supuesto hacer todo lo posible para que se nos note, con mucha pasión y una altísima dosis de creatividad.

Si todos están esperando que la jugada o la acción de parte nuestra sea hacia un lado, o de determinada manera, sencillamente lo hacemos distinto y la tiramos al otro palo, lo que nos va a permitir resultados muy diferentes, altamente positivos. Este debe ser un modelo de vida, y como tal lo debemos asumir, reflejándolo en todos los escenarios en los cuales nos movemos. En la vida diaria, nos va a garantizar vivir en continuo movimiento, llenos de sorpresas, alejados de una cotidianeidad pasiva que seguramente nos va a generar aburrimiento. Por otro lado, en el mundo corporativo, nos va a facilitar la forma de entender y desarrollar mejor nuestras tareas, generando además un contagio importante al interior de los equipos de trabajo, que se verá reflejado sustancialmente en los resultados.

En otras palabras, es vivir desarrollando permanentemente una enorme capacidad de sorprender, haciendo cosas inesperadas, novedosas, que generen mucho valor y que el común de la gente no esté acostumbrado a hacer y mucho menos a recibir. De esta forma vamos construyendo procesos que nos obligan a salir de esas zonas de confort tan habituales en los seres humanos, y que se consolidan más cuando nuestros resultados son buenos, ya que es aquí cuando más nos relajamos.

Reflexionemos un poco sobre las personas que conocemos y que con su comportamiento acostumbran a tirarla al otro palo. Es evidente que inmediatamente se nos vienen a la cabeza algunos nombres de personas que nos llaman poderosamente la atención, precisamente porque se han distinguido en medio del bosque haciéndolo de otra manera. Los invito entonces, a que decididamente asumamos la costumbre de tirarla al otro palo, a sorprendernos permanentemente con la enorme capacidad creativa que podemos lograr, precisamente para tratar salir de esas aterradoras zonas de confort, y, por supuesto, a sorprender a los demás marcando la diferencia en todo lo que hacemos.