Julián Escobar Rincón* - www.drjulianescobar.com

 

En la era digital, el acceso a la información es más amplio que nunca. Con un solo clic, millones de datos, artículos, videos y consejos de salud están disponibles para cualquier persona con Internet y activa en redes sociales.

Sin embargo, esta abundancia informativa conlleva un riesgo creciente: la desinformación o lo que comúnmente se conoce como fake news que, en salud, son informaciones falsas, distorsionadas o carentes de respaldo científico. Se presentan como verdades absolutas, llegando incluso a viralizarse.

Estas pueden abarcar desde teorías conspirativas sobre vacunas, remedios caseros milagrosos, dietas extremas, hasta tratamientos sin evidencia para enfermedades graves.

Suelen parecer creíbles, especialmente cuando utilizan lenguaje técnico, imágenes impactantes o testimonios emotivos. El problema surge cuando se aceptan sin un filtro crítico, generando consecuencias serias para la salud individual y colectiva.

Uno de los mayores peligros es que estas noticias falsas pueden inducir a decisiones médicas erradas: abandonar tratamientos prescritos, rechazar vacunas, consumir productos inseguros o adoptar prácticas dañinas para el cuerpo y la mente. En situaciones extremas, la desinformación ha causado crisis sanitarias, como se evidenció durante la pandemia por la covid-19, donde mitos sobre medidas preventivas y vacunas dificultaron la respuesta global.

Ante este panorama, la educación en salud se vuelve una herramienta esencial. No se trata solo de conocer el cuerpo humano o las enfermedades más comunes, sino de desarrollar la capacidad de identificar fuentes confiables, interpretar información científica y aplicar pensamiento crítico. Esto permite cuestionar y verificar lo que circula en redes sociales, grupos de mensajería o sitios web.

Es fundamental que las personas recurran a fuentes oficiales y basadas en evidencia, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Ministerio de Salud y Protección Social, sociedades médicas científicas, universidades y publicaciones científicas reconocidas.

A la vez, resulta clave fomentar la alfabetización digital, entendida como la capacidad de buscar, evaluar y utilizar información en línea de forma segura y efectiva.

Los profesionales de la salud desempeñan un rol crucial en la lucha contra la desinformación. No solo deben ofrecer orientación clara y basada en evidencia a sus pacientes, sino también comunicar activamente en medios digitales, desmintiendo mitos y explicando de forma accesible los temas más complejos.

En un mundo donde la información circula con rapidez, educarse en salud desde fuentes apropiadas no es un lujo, sino una necesidad urgente. Protegerse de las fake news implica adquirir criterio, buscar evidencia y fomentar una cultura basada en el conocimiento riguroso. Solo así tomaremos decisiones informadas, que contribuyan a una vida más saludable y a una sociedad más consciente.

Tenga en cuenta cinco acciones que, como ciudadano, puede aplicar para combatir las fake news en salud:

 

1. Verifique siempre la fuente.

2. No comparta contenido sin confirmar.

3. Desarrolle pensamiento crítico: cuestione lo que lee, incluso, si viene con imágenes impactantes o testimonios emocionales.

4. Consulte a profesionales médicos.

5. Eduque y comparta con responsabilidad: sea parte de la solución divulgando información verificada y ayudando a otros a reconocer noticias falsas.

 

* Cirujano de mano y miembro superior, ortopedista y traumatólogo.

 


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