Cerca del estadio Polideportivo Sur de Envigado, una mujer sin sombrero vendía merchandising de Silvio Rodríguez y de la Cuba revolucionaria. Las personas junto al puesto hacían una fila de varias cuadras como largas serpientes de mar. Muchas parecían en la antesala de una fiesta de disfraces. Faltaba solo media hora para que empezara el concierto y aún cientos tenían que pasar dos filtros de seguridad para ver a la vieja gloria de la Nueva Trova Cubana. En Envigado, la noche de Halloween de 2025 se disfrazó de concierto multitudinario de 20 mil personas.
Poco a poco los asistentes se acomodaron donde hubiera espacio -“En el borde del camino hay una silla, la rapiña merodea aquel lugar”-. En el estadio, a merced de los rabos de nube, solo se veía una mancha de sillas en la gramilla que los revendedores no alcanzaron a vender. Las boletas para el concierto se habían agotado tan pronto se habilitó la compra en la página. Necios de todo el país y de América Latina viajaron a ver a Rodríguez, pero a miles les tocó conformarse con diminutas lucecitas montadas para escena y con un sonido para pequeñas serenatas diurnas. El cantante dispuso que no hubiera pantallas a fin de disfrutar mejor la experiencia musical.
Hacia las ocho de la noche empezó. La experiencia musical -además de canciones como “Ala de colibrí”, “La canción del elegido” y “Yolanda”-, se compuso de gritos desafinados de la gente cantando y pidiendo que les subieran volumen a los equipos de sonido, vendedores ofreciendo aguardiente Antioqueño y arengas pro Palestina y pro Cuba revolucionaria. A estas últimas Rodríguez respondió “¡Cuba revolucionaria!”, y con un disparo de nubes dijo que la política era como hablar de “La Cosa”. Entonces cantó la canción que se llama “Viene la Cosa”: “Viene, viene la cosa. Y la canción de amor solloza”.
Después la canción de amor sollozó. Rodríguez entonó un poema de Luis Rogelio Nogueras llamado “Halt!”, que termina así: “pienso en ustedes, judíos (…); pienso en ustedes y en vuestro largo y doloroso camino desde las colinas de Judea hasta los campos de concentración del III Reich. Pienso en ustedes y no acierto a comprender cómo olvidaron tan pronto el vaho del infierno”. Y con el poema recordó cómo la guerra es la paz del futuro.
Tal vez muchos pensaron que el poema era una defensa de Israel, como los hay que dicen que la canción “Mi unicornio azul” es sobre la pérdida de un pantalón de jean. En cambio, según lo afirmó Rodríguez en una entrevista, el músico escribió la canción porque no encontraba la letra para una música que había compuesto. En últimas -como el verso de “Ojalá”: “A tu viejo gobierno de difuntos y flores”, que también cantó-, es lo que haga la maza con la cantera: lo que quiera la gente entender.
Así pasó el concierto de Silvio Rodríguez en Envigado, el pasado 31 de octubre: una buena suma de malos entendidos, que inició cuando el cantante gritó “¡Buenas noches, Medellín!”. Aunque lo importante no fue eso, sino que muchos lloramos con la canción “Te amaré”.
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