Debo comenzar esta columna pidiendo perdón al maestro Guillermo Vallejo, tal vez el escultor vivo más importante de nuestra región, quien a través de su arte y esfuerzo propio, ha logrado poner el nombre de Manizales en lo más alto de Colombia y de muchos otros lugares del mundo.
Sin embargo, a pesar de su vasta trayectoria y la relevancia de su obra, el trato que el municipio ha dado a su trabajo y a su contribución a la cultura y la historia de nuestra ciudad ha sido, por decir lo menos, lamentable.
Recientemente, durante una sesión en el Concejo estuvimos en la comuna Atardeceres, específicamente en el barrio Chipre, para tratar dos temas relevantes. El primero de ellos abordó la situación de los comerciantes en la ladera, y el segundo, que es el objeto de esta columna, se centró en el Monumento a los Colonizadores y el comodato que el maestro Vallejo tiene con la Administración local para realizar actividades artísticas y educativas con niños, niñas y adolescentes.
Además, se trató la finalización de su obra, un homenaje a la historia de la fundación de nuestro municipio.
Guillermo Vallejo ha dedicado su vida al arte público, con el objetivo de “despertar la conciencia
de las personas, porque es la forma como el ser humano se expresa y la mejor manera para entenderlo, porque lo emociona”. Y así actúa él, con emoción.
En la visita, muchos participantes se sorprendieron no solo por su amabilidad, sino también porque pudieron conocer la bóveda debajo del monumento, un espacio donde el maestro realiza la mayoría de sus obras de arte.
Los visitantes se impresionaron al ver el trabajo realizado por Vallejo junto a numerosos estudiantes de básica y media de Manizales.
Con todo este reconocimiento y la admiración de la ciudadanía, hoy nos encontramos con que la Alcaldía quiere quitarle el comodato al maestro Vallejo, a pesar de que tiene derecho a este, hasta el 29 de diciembre del 2026.
El informe presentado por la Administración para retirar dicho comodato está, en mi opinión, lleno de comentarios infundados y, sobre todo, carece de la debida confrontación de la información.
El único argumento que podría considerarse parcialmente válido para quitar el comodato es el pago de los servicios de agua, aunque incluso en este caso la situación no es clara.
Como quedó evidenciado en esa visita, el agua es utilizada por la Promotora para el mantenimiento de las áreas circundantes al monumento, y debería dividirse en partes iguales para su pago.
Sin embargo, hay que señalar que el maestro Vallejo nunca pagó esta factura, pues la Administración pasada, a través del problemático Instituto de Cultura y Turismo, le prometió asumir ese costo, compromiso que nunca se cumplió.
Este es solo un ejemplo de cómo el Municipio trata a quienes, con su trabajo, han hecho grande a Manizales, otorgándole visibilidad a nivel nacional e internacional.
Lo mismo ocurre con otros artistas, deportistas y académicos, quienes, solo cuando ya no están con nosotros o cuando su contribución se ve opacada por el paso del tiempo, comienzan a recibir homenajes que llegan demasiado tarde.
Ojalá esta Administración entienda el valor, tanto material como inmaterial, del maestro Vallejo y su obra.
El mejor homenaje que se le puede rendir es, sin duda, apoyarlo para que pueda culminar su trabajo artístico que es un orgullo para todos los manizaleños.
