El 1 de mayo, el ministro de Salud, Guillermo Jaramillo, habló sobre el nuevo modelo de salud para los maestros, afirmando que este sería “el ejemplo de salud que quiere el presidente de la República, no solamente para los maestros sino para toda Colombia”. Al preguntarle si este modelo sería el piloto, respondió: “Aspiramos a que se convierta (…) y con todo el trabajo de la Fiduprevisora y ministerios podamos mostrarle a Colombia que sí se puede hacer”.
Veintiséis días después, el 27 de mayo, tras el evidente fracaso del piloto, el ministro Jaramillo se avergüenza de su piloto y afirmó: “Es especial, porque este es un modelo para los maestros que tienen un régimen especial, esto no tiene nada que ver con la reforma”. ¿Qué habría dicho si el piloto hubiera sido exitoso? Entremos a lo importante: ¿realmente este fracaso se veía venir? La respuesta es sí. Este modelo fracasó precisamente por los problemas que se han señalado sobre lo que podría pasar con la estatización del sistema de salud:
Politización de la salud: El mismo ministro señaló al presidente de la Fiduprevisora por las fallas en el modelo. En la Comisión Sexta, el ministro acusó a Jhon Mauricio Marín (sí lo sé, otro Marín, aunque este no es del clan Marín de Caldas) de corrupción y de nombrar a sus “amigos” en las direcciones territoriales del nuevo sistema. Marín fue designado por el presidente Petro por recomendación de un senador de la U. ¿Cómo creen que los políticos manejarían nuestra salud? Basta con ver cómo funcionan los hospitales públicos del departamento.
Sobregastos: No lo digo yo, lo dice el ministro. En una intervención sobre su piloto, señaló que la Fiduprevisora está pagando demasiado por la atención primaria de los profesores, lo que pone en riesgo los fondos para procedimientos más complejos. Es decir, sobrecostos en procesos gestionados por el sector público. ¿Les suena a algún bulevar o proyecto de alcaldías o gobernaciones?
Improvisación: No es un secreto que a este Gobierno se le critica mucho la improvisación, algo que no es nuevo en el presidente. Cuando fue alcalde, provocó una crisis sanitaria al improvisar con el sistema de basuras de la capital. Volviendo al piloto, cito un artículo de La Silla Vacía: “Marín ante el Senado aceptó que el modelo arrancó sin tener bases de datos sólidas (…), tampoco contaban con una red de proveedores de medicamentos que atendiera sus demandas. ‘Hasta ahora estamos construyendo las capacidades para tener las historias clínicas. (…). Es un sistema en construcción, pero de mejora continua’, dijo Marín ante el Senado”. Si así fue con un sistema para 800 mil personas, maestros y sus beneficiarios, ¿cómo creen que saldrá cuando se aplique a 50 millones de habitantes?
Las fallas de los modelos basados en la estatización no solo aplican para la salud. Lo vemos día a día en los servicios que nos presta el sector público. Hay varios ejemplos: en la ciudad, con la empresa Ideas Más, que se Marinearon dinero público en burocracia; en el departamento, los problemas históricos con la licorera; a nivel nacional, la situación de la Ruta del Sol que se llenó de cráteres cuando Invías tomó su operación. Incluso en otros países, la NASA, una institución con gran talento humano y presupuesto, tuvo que contratar a SpaceX para ser eficiente en sus lanzamientos.
No quiero generar una disyuntiva entre lo privado y lo público. Siempre he dicho que ir a los extremos es una mediocridad. Debemos trabajar para lograr modelos que combinen ambos sectores, aprovechando sus fortalezas para generar mayor bienestar a los usuarios de los servicios: nosotros, los ciudadanos.
Estos modelos ya se trabajan en el mundo y en Colombia. Se han ido evaluando y mejorando con el tiempo. Hablo de las Asociaciones Público-Privadas (APP), que han generado servicios de calidad en transporte, salud, educación, entretenimiento, entre otros. La estatización ha fallado antes y fallará ahora. Insistir en esos modelos es un tema ideológico.