Sucesos recientes en el panorama mundial, especialmente en el occidente próximo, cuya cercanía con América Latina implica relaciones de variada índole, como la migración recíproca, el intercambio comercial, el turismo y la identidad cultural, registran como ideales a los gobiernos de centro, que priorizan su desempeño en el bienestar de las comunidades, procurando el respeto recíproco de los poderes públicos (ejecutivo, legislativo y judicial), el derecho a la información veraz y responsable y la máxima cobertura posible en beneficios humanos fundamentales, como la salud, la educación, la vivienda y el trabajo.

Paralelamente, propenden por la productividad para el desarrollo económico, la libre competencia y el fomento y estímulo de iniciativas como el emprendimiento, las diversas expresiones culturales y el deporte. Además, imponen como de interés general la seguridad ciudadana y la paz. Esta última, indispensable para que puedan hacerse efectivos los ideales enunciados antes, que, según las evidencias registradas actualmente por los hechos cotidianos, son una utopía.

En forma cíclica, y en distintas épocas, aparecen líderes interesados en asumir el gobierno en las repúblicas democráticas, abanderados por políticos que fundamentan sus aspiraciones en teorías diversas, que varían en matices ideológicos, para atraer el apoyo de los pueblos que serán los beneficiarios de la puesta en práctica de tales teorías, o sus víctimas, según el resultado de su gestión, si alcanzan el poder.

En países como Colombia, cobijados por un sistema de democracia representativa, los modelos ideológicos oscilan entre la derecha y la izquierda, que han perdido la identidad temática que inspiró a los creadores de los partidos políticos, especialmente por el efecto perverso de factores económicos provenientes de actividades delictivas como el narcotráfico, la extorsión y otras colaterales, cuyos tentáculos han alcanzado a todos los espacios de la sociedad, cuando los valores morales e intelectuales fueron invadidos por la codicia, el consumismo, la ostentación, los vicios y la corrupción. “…amigo cuánto tienes, cuánto vales, principio de la actual filosofía”, sentenció el compositor Jorge Villamil en una de sus canciones.

Ante la perspectiva de un relevo presidencial en Colombia en 2026, mientras se anhela que el tiempo vuele y termine la pesadilla del “gobierno del cambio”, se fortalece la idea de que regrese la derecha al poder, que ya muestra una baraja de candidatos que ganan simpatías, mientras la extrema izquierda exhibe sus garras reeleccionistas y quienes representan el ideal del centro liberal, algunos con excelentes condiciones, naufragan en sus egoísmos.

La derecha autoritaria no es un ideal, pero en un momento crítico, con la seguridad democrática del expresidente Uribe en su primer gobierno (2002-2006), mostró su eficacia contra el crimen organizado. Ahora es impredecible combatirlo con éxito, cuando está fortalecido; y el Gobierno exalta a criminales, como si fueran sus pares.