Un joven desubicado fue donde un sabio hombre que atendía a la gente debajo de un añoso roble.

Se acercó, hizo una reverencia y le dijo: Dicen que nacimos para ser felices, ¿dónde está la felicidad?

El sabio lo escuchó con amor y le dijo suavemente: Regresa mañana temprano, acá te espero.

El joven volvió y no había nadie, se puso a esperar, pero el sabio no aparecía.

Se le ocurrió sentarse debajo del árbol y, estando ahí, llegó un hombre y le consultó sobre la felicidad.

El joven se vio dando respuestas que le llegaban a la mente y el visitante asentía mientras oía:

La felicidad nunca está afuera, nace del amor y de sintonizar con Dios. Que no dependa de nada externo.

El joven miró bien y vio que el visitante era el sabio disfrazado. Aprendió que las respuestas están adentro.

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