Por cuenta del señor Petro y su Gobierno de activistas el sector energético está en jaque.
La ideología inspira hoy todas las decisiones al punto de poder afirmar que la política energética consiste precisamente en acabar con los recursos y avanzar peligrosamente a la pérdida total de nuestra autonomía y autosuficiencia.
Llevar al país a perder su condición de exportador de petróleo y volverlo importador de hidrocarburos es regresarlo a mediados de los años setenta cuando teníamos que pagar el transporte de los hidrocarburos desde el exterior, dejar de percibir las divisas por exportaciones y prescindir de los millonarios ingresos por regalías e impuestos.
Solo recordar para los desmemoriados que las importaciones de hidrocarburos entre 1975 y 1985 implicaron un costo equivalente al 44,4% de la deuda pública externa del país a diciembre de 1985.
El sector está como muchos otros, sobrediagnosticado. Sin embargo, siempre es bueno tomarle la temperatura al paciente y en este caso advertir cómo las actividades de exploración sísmica llegaron a niveles mínimos.
En 2024 sólo se corrieron 2.800 kms, y aún menos en 2023, cuando históricamente habíamos alcanzado 20.000 kms anuales, habiendo logrado un récord de 40.000 kms en el 2014.
La actividad exploratoria también se derrumba; de 131 pozos en 2012, a 38 este año. Consecuencia de no tener nuevos contratos de exploración, prohibidos por el régimen.
La producción de petróleo se ha estancado en los últimos tres años en 750.000 barriles diarios, cuando hace una década alcanzamos un millón de barriles. Y así Ecopetrol lo niegue las reservas de petróleo y gas también se desploman.
También por razones ideológicas, que no técnicas ni de protección al medio ambiente, se ha prohibido el aprovechamiento de los yacimientos no convencionales para la explotación petrolera y gasífera.
Vale la pena recordar que EE. UU. impulsó su economía y se convirtió en exportador neto (perdiendo su dependencia geopolítica del medio oriente) cuando Barak Obama dio luz verde al fracking.
Pueda ser que el señor Petro no termine de liquidar los contratos que con compañías americanas conserva Ecopetrol para la explotación de estos recursos con esta tecnología.
El aporte total de la industria petrolera fue de $51,9 billones en 2023 y se estima en $50 billones para el 2024. ¿Cómo pretende Colombia financiar la quiebra del Estado y sobre todo el cacareado plan de inversiones sociales sin estos recursos?
Se habrán preguntado alguna vez estos fanáticos que nos gobiernan, ¿cuánto nos costaría perder la autosuficiencia de gas y petróleo? Seguro que no.
Para retomar el camino del crecimiento y la inversión en el sector, el punto de partida no puede ser otro que el restablecimiento de la seguridad jurídica y regulatoria y un marco de estabilidad fiscal que garantice la competitividad de Colombia como país receptor de inversiones.
Los mensajes a empresas y mercados no deben dejar duda sobre nuestro compromiso de acompañarlas en sus procesos de licenciamiento, exploración y explotación de los importantes recursos con que cuenta nuestro país.
Recuperar el territorio y garantizar la seguridad física de los operadores y de la infraestructura tiene que ser otro compromiso del Gobierno.
De la mano de nuestras fuerzas militares y de policía lo hemos logrado en el pasado, y con seguridad lo podremos volver a consolidar en el futuro; siempre y cuando se restablezca la confianza gobierno-industria.
Por supuesto el Gobierno tiene que convertirse en aliado y no en contradictor en materia de licenciamientos ambientales, consultas previas y arqueológicas.
Para ello es indispensable despolitizar y tecnificar las agencias estatales como la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (AMLA). Y clave es también preservar la institucionalidad petrolera (Agencia Nacional de Hidrocarburos -ANH- y Ecopetro) la cual está siendo marchitada y sometida a inconvenientes cambios en sus objetivos misionales.
PD. Sale finalmente el señor Camacho, uno de los peores ministros de que se tenga noticia. Su paso por el sector será ingratamente recordado y los efectos de su pésima gestión se verán en los próximos meses y años. Llega Edwin Palma a la cartera de Minas y Energía, hombre de la industria petrolera y recientemente del sector eléctrico. ¿Será que este expresidente de la USO será capaz de hacerle entender a Petro lo equivocado que está y que nunca es tarde para corregir el rumbo?