En Manizales, el crecimiento del parque automotor habla por sí solo. Al cierre del 2024, la ciudad registró 124.160 motocicletas y 81.858 automóviles, con tasas de motorización de 265 y 175 vehículos por cada mil habitantes, respectivamente. A esto se suman más de 45 mil camionetas y camiones, además de buses, maquinaria y otros vehículos. Un crecimiento del 81% en la última década. La conclusión es muy notoria. Manizales se mueve, cada vez más, sobre ruedas particulares.

El problema no es que existan autos y motos, ni que la gente quiera usarlos. Es lógico que cada persona busque comodidad, rapidez y control sobre sus desplazamientos. El verdadero desafío está en lo contrario. ¿Qué tan cómodo y confiable es el transporte público para que alguien decida dejar guardada su moto o su carro? Hoy, las cifras muestran que todavía estamos lejos de esa respuesta.

Según cifras del DANE, en el 2014 el transporte público en Manizales movilizaba en promedio 204 mil pasajeros diarios. Una década después, en el 2024, esa cifra apenas llega a 143 mil, una caída del 30%. Los buses y microbuses transportan 48 mil pasajeros al día, las busetas 85 mil y el cable aéreo cerca de 10 mil.

Mientras tanto, las motos y los carros se multiplicaron, llenando calles que parecen cada vez más estrechas.

No es casualidad. La Encuesta de Percepción Ciudadana de Manizales del 2024 evidenció que las principales razones de insatisfacción con el transporte público son la demora en trayectos (57,6%), la incertidumbre en las frecuencias (46,6%) y la congestión (38,6%). Es decir, lo que está en juego no es solo un bus o un cable más, sino una experiencia más cómoda, más rápida y predecible. Si subirse al transporte público significa llegar tarde, viajar apretado o no saber a qué hora pasa, ¿por qué alguien querría dejar su moto?

La satisfacción también refleja esta realidad. 92,6% de los motociclistas dicen sentirse satisfechos con su medio de transporte, frente a solo 73,7% de quienes usan bus o buseta y apenas 37,1% de los ciclistas. Un estudio en Oslo durante el 2020 analizó mediante encuestas en distintos desplazamientos, cómo la insatisfacción afecta el bienestar y la calidad de vida de los usuarios, concluyendo que los tiempos de espera prolongados y la falta de fiabilidad reducen significativamente la satisfacción, esto relacionado directamente con la intención futura de seguir usando el transporte público (ver: https://acortar.link/PvBmVq).

El carro y la moto parecen ofrecer lo que el transporte público aún no logra. Por eso, la discusión sobre movilidad en Manizales no puede centrarse en “satanizar” el uso del vehículo particular y de cómo este crece año a año. No se trata de desaparecerlo, sino de hacer que el transporte público compita de verdad en comodidad y eficiencia. El día en que tomar un bus sea tan rápido y seguro como prender una moto, muchos se bajarán voluntariamente de sus vehículos. Mientras eso no ocurra, el tráfico seguirá creciendo, y la ciudad, como sus ciudadanos, continuará atrapada entre la necesidad de moverse y la incomodidad de hacerlo.