El primero de julio de 2004 Manizales estaba en el ojo del mundo futbolero. Se jugaba en esta ciudad la final de la Copa Libertadores de América entre el histórico multicampeón argentino Boca Juniors y el desconocido e inexperto Once Caldas. En compañía de mi hermano y su cuñado hicimos parte de ese selecto grupo de 35.000 aficionados que alcanzamos una de las anheladas entradas.
A pesar del grandioso hecho y de lo que significó para la ciudad y el país, hasta ahora sólo se conoce de un juicioso trabajo de grado realizado por Luisa Fernanda Meza Hernández, una barrista del Once Caldas, denominado “Territorialización y subjetivación de las emociones de jugadores y aficionados del Once Caldas con ocasión del triunfo de la Copa Libertadores de América del año 2004”, elaborado como requisito para optar al título de socióloga de la Universidad de Caldas.
Dicha investigación se encuentra disponible en el repositorio de dicha Universidad (repositorio.ucaldas.edu.co) y también puede ser visto en el portal YouTube de Piedramani (https://www.youtube.com/watch?v=uh-ZwNvTvmQ) en una concurrida conferencia ofrecida por su autora en una de las sesiones de la Cátedra de Historia Regional de Manizales y Caldas, realizada el 22 de agosto del año anterior.
Destacaría de dicha intervención: a) las emoterras; es decir, las emociones atadas a un territorio determinado, en este caso a la ciudad y al estadio; b) el protagonismo internacional de la ciudad y c) las emociones de rabia y frustración mostradas por muchos de los hinchas del Deportivo Pereira, por su apoyo al equipo argentino.
Al ver los recientes festejos realizados por estos cuatro lustros, es claro que no hay correspondencia entre el hecho histórico y su conmemoración. Salvo lo realizado por las propias barras, si llama la atención que no se haya realizado ninguna actividad en el estadio Palogrande, que es propiedad del municipio de Manizales, territorio donde se logró la mítica copa y al contrario hayan tenido que prestar la cancha de fútbol de la Universidad de Caldas.
Al escuchar al técnico Luis Fernando Montoya, autor de la hazaña, dejó en evidencia su preocupación no sólo por la falta de compromiso del actual dueño del Once Caldas, sino por la ausencia de un grueso número de protagonistas que contribuyeron con el histórico momento. ¿Qué ganó la ciudad mas allá de las representaciones de lo vivido hace 20 años? en particular pienso que muy poco, entre otras razones por la forma en que el fútbol profesional se viene desarrollando en el mundo: un negocio que vive de lo público.
Pier Paolo Pasolini, el reconocido cineasta italiano director de la polémica película “Saló o los 120 dias de Sodoma” escribió un artículo sobre el fútbol, en el cual mencionaba como dicha actividad se realizaba en medio de naturales contradicciones, el deporte y el espectáculo. Como deporte permite que muchas personas puedan salir de la pobreza y alcanzar el lugar de los héroes; como espectáculo ofrece de manera permanente entradas, apuestas y suscripciones. A pesar de ser una actividad de interés público no hay nada mas privatizado que poder ver un partido de fútbol profesional. Los dueños del espectáculo no construyen estadios, ya los tienen bajo pírricos negocios que no representan ningún beneficio real para los municipios.
Paradójicamente, las recientemente prohibidas corridas de toros aportan más impuestos y beneficio social que el fútbol profesional local. El Once Caldas y el Atlético Nacional han sido los únicos equipos en ganar la Copa Libertadores de América, pero parece que los jugosos premios no les alcanzaron ni para poner la primera piedra que les permita tener estadio propio.