En las sociedades existen personas que por su comportamiento, sus acciones o sus logros, merecen admiración y respeto. En Caldas no son pocos. Los hay de todos los tipos, en distintas áreas, con logros que van más allá de lo normal en el cotidiano.
Uno de ellos, que ha roto todos los paradigmas y se ha proyectado lejos de las fronteras, es sin duda alguna David de la Trinidad Manzur Londoño, ampliamente conocido como David Manzur. Un hombre nacido el 14 de diciembre de 1929, en Neira, y quien por los destinos de la vida vivió en Balta y Guinea ecuatorial, Las Islas Canarias, África y España. Un hombre que ha dedicado buena parte de su vida, desde muy joven, cuando regresó y se radicó en Colombia y estudió desde 1947, Artes plásticas, música y declamación; pero se dedicó de tiempo completo al arte por el que es conocido, la pintura. Se convirtió en un pintor importante y famoso, que tenía obras expuestas en diversos museos alrededor del mundo. Ha trascendido las fronteras y son muchos los coleccionistas que tienen sus obras y no pocos los premios que ha recibido. 
Son famosos los cuadros de los caballos, la figura y las obras de naturaleza muerta, también del ser humano y la presencia en sus obras de las moscas como un elemento que hace referencia a la muerte, ya no usadas en las últimas que ha realizado como parte de sus pinturas
Hace pocos días lo presentaron en una entrevista, en la que es impresionante cómo conserva la lucidez mental de un joven, tiene perfecta coordinación de sus movimientos, utiliza el pincel como su elemento fundamental en lo que hace, esos cuadros bellísimos, que superan los realizados por los pintores normales y que lo convierten en una figura excepcional digna de admirar y de imitar.
Llegar a los 94 años con unas manos que dan testimonio de su largo vivir, con la piel arrugada y delgada, que denota es frágil, pero con un dominio de sus movimientos, que cualquier joven quisiera tener. Cada trazo, cada línea, cada idea plasmada en el lienzo, se va convirtiendo en una obra maestra de la pintura, conservando la pureza de sus trazos, sin signos de alteraciones motoras que le dañen el pulso. Hoy pinta con la misma perfección con que lo ha hecho siempre, pero ha demostrado que sus temas cambiantes, mejoran su percepción y su obra.
No es común para nosotros los humanos llegar a esa edad con ese manejo perfecto de sus movimientos, de la elaboración perfecta de sus trazos y la consolidación de unas obras que son simplemente magistrales, asociadas a una claridad mental envidiable, que pasa todo lo que es de esperar en alguien de su edad. Uno se siente emocionado cuando lo escucha y cuando lo ve pintando en el lugar de su vivienda en Barichara, Santander, rodeado de naturaleza y aire puro.
Quién no quisiera tener una de sus obras, colgada en la pared de su casa para admirarla a diario. Pero ha llegado a tal valor en el mercado del arte, que no son para los ciudadanos del común. Sin embargo, se pueden disfrutar en los museos en los que se exponen y en internet donde las hay por montones.
Un personaje como David Manzur es alguien fuera de lo común, que hace quedar en alto a Neira y a Caldas, merece todo el respeto, la admiración y el aplauso. Esperemos tenga muchos más años de vida.