No es difícil hablar de una persona que ha marcado todas las diferencias en el transcurso de su vida; con su entrega, su labor social y su importancia a nivel local, departamental, nacional e internacional. Hablo de Isabel Jaramillo de Vélez, conocida entre todos como Isabelita. Esta mujer, que ha puesto por encima de su interés personal el trabajo desde la Cruz Roja por la gente desfavorecida, representa todo lo que un ser humano tiene para ser catalogado excelente. Ella, que no necesitaba dedicarse a la ayuda social, pudiendo vivir en la comodidad de su situación económica tranquila, tomó la determinación de servir a los otros. Lo hizo desde el voluntariado de las Damas Grises, que deberían llamarse “Damas Blancas o Cristalinas”, porque tienen una vida con la transparencia de una ventana sin vidrio; ella construyó una historia humana inigualable, que la llevó desde el comienzo a ser líder de la entidad de socorro.
Manejó el Hospital Infantil de Manizales con pulcritud y decoro haciendo de la institución un verdadero paradigma en la atención de los niños de la región. Situación que cambió con el tiempo, por los costos exorbitantes de manutención, lo que indujo a alquilarlo a terceros. Lamentablemente fueron pocos los que entendieron el faro que iluminaba su importancia y las EPS y sus aliados lo llevaron a ser una entidad de prestación de servicios para todas las edades y con actores que no tenían nada de envidiable, que fueron llevando al hospitalito, como se le conoce, a la decadencia.
Pero no todo está perdido. Es posible que una ciudad como Manizales, que se daba el lujo de ser de las pocas que tenían Hospital Infantil, retome el rumbo. Para eso es necesario que lo manejen instituciones de la ciudad, principalmente el SES y las universidades de Caldas y de Manizales. Esperemos que eso pueda ser posible devolviéndole la razón de su origen, que no es otra que especializarse en la atención de los menores.
Isabelita tiene en su corazón la más profunda solidaridad con los desfavorecidos y necesitados, por los que ha trabajado sin descanso. Ha sido un ser ejemplar en todos los sentidos. Valorada en lo local y lo nacional, llegó a ser la presidenta de la Cruz Roja Colombiana, siendo la única colombiana reconocida internacionalmente entre las directivas de la organización. Con ella y su grupo de voluntarias se han podido conseguir recursos para actualizaciones tecnológicas impensables, pero sobre todo y lo más importante son miles de niños, la mayoría en el hospitalito, a los que su gestión de alto nivel les ha permitido tener tratamiento para sus enfermedades, que de otra manera habrían sido imposibles de lograr.
La Cruz Roja Caldas, Cormanizales, el Hemocentro del Café y las Damas Grises son sus obras más importantes; una colección de ayuda humanitaria que la hacen “Dama Blanca y Cristalina” merecedora de todo el reconocimiento y elogio de una sociedad en la que deja la semilla fecunda de la solidaridad social. Isabelita merece el aplauso de toda la ciudad. Seres maravillosos como ella son los que hay que tratar de imitar.