Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com
Las nuevas formas de esclavitud de las personas, se configuran en las relaciones de dependencia que viven en su vida cotidiana. Algunas son más fuertes que otras y afectan de manera dramática a cientos de seres humanos de todas las edades. Ilustremos esta afirmación sobre de la dependencia, con algunos ejemplos:
- Hay relaciones de pareja que se tornan insoportables, cuando uno de los dos cree que necesita que se le colmen todas sus necesidades afectivas de manera inmediata. Estas uniones se tornan en lazos amorosos estrechos y asfixiantes, que pueden derivar en amenazas y chantajes.
- El consumo de alcohol, además de la ingesta de otras drogas, los cuales pueden comenzar a usarse por presión de amigos, curiosidad, frustración, soledad, baja autoestima o para sentirse feliz (esta es una afirmación frecuente). Cualquiera que sea el origen, lo que se ignora es que poco a poco estos hábitos cogen ventaja y, difícilmente, se puede volver atrás.
- Hacer ejercicio es otra forma de esclavitud. Si bien es importante tener y mantener una disciplina para cuidar la salud, el estar pendientes de cierto rendimiento, puede tornarse en una actitud enfermiza que genera estrés, ansiedad e, incluso, puede llevar hasta la depresión y la desesperanza.
- La dependencia a las redes sociales no es asunto solo de adolescentes, hoy millones de personas mantienen su atención en las pantallas. Tanto es así, que si en algún sitio no hay internet, hay evidentes síntomas de ansiedad, malhumor y hasta actos de violencia como fruto de esta frustración. Por otra parte, la dependencia de los juegos en línea o de los casinos es tan adictiva como otras drogas y quiebran la confianza en las relaciones familiares y sociales, por sus costos, tanto emocionales como económicos.
- Llama la atención el culto que se le brinda hoy a la belleza y al consumo de diferentes formas para mantenerla. Las personas viven esclavas de la figura, de las medidas, de las cirugías, que en ocasiones poco resuelven, porque tan pronto se reponen de una, ya sienten que es necesario otro procedimiento. ¡Ah¡ y además en el mercado se encuentra todo tipo de artículos para mantener las ilusiones.
En estas nuevas formas de esclavitud, no hay azotes, ni cadenas, no obstante son dolorosas y enfermizas y afectan la salud mental y emocional, tanto del individuo como de quienes comparten su entorno. Cabe una pregunta:
-¿Cómo sería la vida si el tiempo que se le gasta a todas estas formas de dependencia y esclavitud, se invirtiera en cultivar la salud mental?
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
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