El nombre de Dayro se pasea de boca en boca. Es noticia como titular, como suplente, ausente o presente. Su fuerza inspiradora llegó tarde ante el Medellín y encendió las alarmas sobre su continuidad o su partida, en medio de la goleada.

Irreconocible en rendimiento, definición y resultados, el Once se bate entre las dudas, su ineficacia ante el gol y la carencia de autocrítica.
Siempre, en el interior del vestuario, todo se ve bien, a pesar de que los aficionados prenden las alarmas.
Desarticulado en las maniobras ofensivas y en patines en la zona defensiva, el blanco es, en ocasiones, un rival incompetente.
Aquel equipo prometedor e irresistible de la Sudamericana no se ve. Su intensidad desapareció reemplazada por pasividad en las marcas.
No es válido un festejo, reservado a las grandes victorias, cuando en el camino se les gana a los chicos, rivales sin peso, lo que invita a una percepción engañosa de la realidad. Es lo que ha ocurrido.
Podría afirmarse que la fragilidad actual es involuntaria, pero ni razones ni lógica respaldan las explicaciones del por qué tan rápido se descose el equipo.
En este capítulo absurdo de la goleada-cinco goles duelen y humillan- tantos temas sobre la mesa de discusión: la cancha enjabonada, la ausencia del goleador, los fallos estratégicos como mantener a un zaguero, Cuesta, tambaleante; conducir en vez de pasar, para evitar los charcos, la debilidad en los duelos técnicos y físicos, la ausencia obligada de Robert Mejía que le quitó equilibrio al equipo y un líder desbocado, Mateo Garcia pasado de revoluciones. La incapacidad frente al gol y la clase y la técnica de los jugadores, con diferencia a favor del visitante. La situación pudo ser peor pero, como redentores ocasionales estuvieron James Aguirre y Malagón.
Está vivo el Once, tiene torneo al frente, pero una sacudida de vestuario es urgente, para evitar la profundad de los males. Para sortear la eliminación y garantizarse entre los ocho.
P.D.: La renovación de Dayro, tiene las primeras costuras, pero el ambiente que le favorece, no es unánime. Se dividen las opiniones y surgen los rumores.
¿Qué le castiga Herrera con su suplencia? ¿Indisciplina? ¿Decisiones tácticas? ¿O confecciona un nuevo equipo sin el goleador histórico? A finales de este mes, tendrán que tirarse las cartas.