Días atrás levantó ampolla la noticia de las dificultades financieras por las que atraviesa nuestro Festival Internacional de Teatro de Manizales (FITM), el cual nos enorgullece tanto, y del que sacamos tanto pecho los manizaleños, aunque no parece. Pues el apoyo local demuestra lo contrario, sólo el 15% del presupuesto (en promedio de los 3 últimos años), proviene de empresas públicas y privadas de la región; y la venta de boletería no alcanza un 7%. En resumen, la región le da al Festival un 22% de lo que cuesta hacerlo. ¡Una vergüenza!
El presupuesto del FITM para el 2024 (después de múltiples recortes, sucesivos año tras año) es de 1.400 millones, cifra que corresponde solo al 12% de otros del país, como El Festival Internacional de Artes Vivas de Bogotá, con generosos aportes: 4 mil del Mincultura (33%), 4 mil de la Secretaría de Cultura de Bogotá (33%), 1.300 de la Cámara de Comercio de Bogotá (11%) y casi 3 mil entre taquilla y aportantes privados (23%). Claramente, un panorama diametralmente opuesto al nuestro, excepto por el crucial apoyo del Gobierno central a través de Mincultura y MinTIC, así como el de Comfama, la Caja de Compensación de los antioqueños. Un poco irónico, Confa debería estar en su lugar. Sin esos grandes aportantes nuestro FITM ya hubiera muerto.
El FITM es el festival más antiguo de Latinoamérica y lleva 45 ediciones, pues aunque nació en 1968, paró por 10 años. Goza de reconocimiento mundial y es un referente obligatorio para todo el que quiera tener una visión del teatro iberoamericano. Hoy es patrimonio cultural de la Nación. Le aporta a Manizales más de 400 empleos, sin contar con la dinamización del turismo, pues durante todas sus ediciones ha presentado 1.620 agrupaciones entre nacionales y extranjeras y ha llenado de gozo a más de un millón y medio de espectadores, muchos beneficiados por la generosidad del Festival con las cortesías.
Desde hace 6 años, lleva a cabo el Congreso Iberoamericano de Teatro, que en sus diferentes ediciones ha convocado a más de 370 autores de 20 países, y ha reunido a más de 3.700 participantes en encuentros físicos y virtuales. Haciendo sumas y restas, es más lo que el FITM le aporta a Manizales que viceversa. Así que decidí escribir esta columna, buscando sensibilizar a las empresas privadas, a los gremios, al sector público, a las organizaciones y por supuesto a los espectadores; para que entiendan que si queremos conservar este patrimonio, que está en el ADN de Manizales, todos debemos aportar y hay varias vías para hacerlo.
Promover el Festival en diferentes entornos físicos; y en las redes sociales y plataformas digitales difundiendo la información y la programación; abonarse y comprar boletería para las diferentes obras y eventos; patrocinar el FITM en dinero o en especie; revisar los beneficios tributarios que se generan por aportes a los proyectos culturales, para personas naturales o jurídicas, gracias a convocatorias como CoCrea (aquí toda la información: https://cocrea.com.co/como-funciona-el-incentivo-tributario); asistir a las funciones y disfrutar de las compañías de teatro locales, nacionales e internacionales; materializar la ley que obliga a las empresas a celebrar el Día de la Familia una vez por semestre, vinculándose a las actividades del FITM (puede ser con compra de boletería). Sin duda también sería muy útil hacer ejercicios de innovación desde la academia, Manizales Más y Cámara de Comercio de Manizales por Caldas, para repensar las formas de financiación no solo del Festival, sino de los procesos culturales de la región. ¡Vale la pena!