Nuestro léxico tiene las entradas ‘sicario’ (‘asesino asalariado’) y ‘sicariato’ (‘su actividad criminal’), pero no el verbo ‘sicariar’, de recentísima aparición, y cuyo participio pasado fue empleado por un redactor de El Tiempo: “...el asesinato del empresario Roberto Franco, quien fue sicariado en el parque de la 93” (20/11/2024). Por curiosidad, lo busqué en el Diccionario de americanismos (RAE), y en él lo encontré con esta definición: “Intr. Co. Ejercer de sicario”, según la cual, no está claro si el participio pasado se aplica sólo al asesino o también a su víctima, porque ésta no ‘ejerce’ de sicario. 

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Los ‘diminutivos’ son palabras o sufijos que indican disminución en tamaño o cantidad. Es mucho lo que hay que decir sobre ese asunto. No obstante, me referiré únicamente al sufijo ‘-ito’, cuya variante es ‘-ecito’ (‘pececito, solecito’), menos cuando el sustantivo termina en ‘-ere’ (‘amorcito, calorcito’) o en ‘ene’ (‘limoncito’). Si no se presenta esta variante, el sustantivo pierde la última vocal y agrega ‘-ito-a’ (‘tasita’), norma que no aplicó el redactor en su crónica sobre la muerte del hombre quemado por su vecino. Así se despachó: “...reconoció que ‘le lanzó un vacito de agua’ ”. “...y porque no le lanzó un vacito de agua, como se dijo” (LA PATRIA, 20/11/2024). “...un vasito de agua...”, por supuesto, como, siguiendo la norma, el diminutivo de ‘paso’ es ‘pasito’ y de ‘peso’, ‘pesito’. Nota: Acerca del significado de los diminutivos, el P. Miguel Mir dice lo siguiente: “Los en -ito significan con amor y bien querer; los en -ico no muestran tanta afición; los en -illo y -uelo  manifiestan con desprecio; los en -ino o -in disminuye mucho la cosa; los en -eje, -ete, -ajo y -arro expresan con desdén o ridiculez” (‘Mega gramatical y dudas del idioma’, Emilio M. Martínez Amador). 

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El verbo concuerda siempre en número con el sujeto: si éste es singular, en singular; si plural, en plural, no importa que haya hipérbaton, como en la siguiente muestra: “Ascienden a cinco el número de militares muertos tras atentado del Eln” (LA PATRIA, titular, 23/11/2024). En ésta, el sujeto es ‘número’ (singular) y el verbo principal ‘asciende’, que debió ser construido así: “Asciende a cinco el número...”. Sin hipérbaton, así: “El número de militares muertos (...) asciende a cinco”. 

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Una muestra evidente de ‘dequeísmo’: “Exministro Rafael Pardo advierte de que no hay tiempo para abordar la paz con el Eln” (Eje 21, Jaime Ortega Carrascal, 22/ 11/2024). Castizamente, “...advierte que no hay tiempo...”, porque en este caso se emplea indebidamente la preposición ‘de’ antes de la conjunción ‘que’, pues el régimen verbal la rechaza, ya que se trata de un verbo enunciativo, ‘advertir’ (‘hacerle ver a alguien algo’; ‘señalar, indicar’, verbos enunciativos también). 

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Sabemos que, por regla general, el complemento directo de los verbos no rige la preposición ‘a’ para su introducción, por ejemplo, ‘la guerrilla asesina soldados diariamente’. Hay, sin embargo, dos excepciones, de acuerdo con las enseñanzas de don Andrés Bello, a saber, cuando se trata de ‘personalizar’ o ‘determinar’. La primera excepción tiene que ver con los nombres propios, verbigracia, ‘estoy leyendo a García Márquez’ y ‘visité a Pensilvania’, construcción esta última que actualmente nadie practica. La segunda sirve para ‘distinguir’ el complemento, es decir, para no confundirlo, por ejemplo, con el sujeto, como ocurre en el siguiente titular: “Detienen tres personas por insultos racistas” (El Tiempo, Deportes, 24/11/2024). En éste, es perceptible la ausencia de la preposición ‘a’, necesaria en esa construcción gramatical: “Detiene a tres personas...”, así, pues no hay ambigüedad.