‘Esdrújulo-a’ (del italiano ‘sdrucciolo’, de ‘sdrucciolare’, -‘deslizarse’) es un adjetivo que califica las palabras que tienen el acento prosódico en la antepenúltima sílaba, como ‘cánula, espécimen y régimen’. Todas, sin excepción, llevan la tilde (acento diacrítico) en la vocal de la sílaba acentuada. Las palabras terminadas en vocal hacen su plural añadiendo únicamente la ‘ese’ (‘cánula-cánulas’); las terminadas en consonante lo forman agregando ‘es’, y, aunque aumentan el número de sílabas, conservan su característica de ‘esdrújulas’, como ‘régimen’, que hace ‘regímenes’, norma que por alguna razón obvió el editorialista de LA PATRIA en la siguiente oración: “...en donde las democracias parecen en retroceso con la permanencia de régimenes autocráticos...” (15/10/2025). “...de regímenes autocráticos”, por supuesto. Por su acento, las otras palabras son ‘agudas’, con acento en la última sílaba (‘chacó, farol’); ‘graves’, con acento en la penúltima sílaba (‘numen, árbol’), y ‘sobresdrújulas’, con acento en la sílaba anterior a la antepenúltima (‘díganmelo’). Como no tenemos sustantivos ni adjetivos sobresdrújulos, hay que tener en cuenta que esas últimas sólo se forman de la unión de una inflexión verbal con pronombres enclíticos, como ‘véndamelas’, ‘devuélvaselas’. Y hay también palabras ‘átonas’ (sin acento), como el adverbio ‘aun’, cuando significa ‘hasta, incluso’ (‘aun así, me quedo’). El mismo adverbio es tónico, con tilde en la ‘u’, ‘aún’, cuando significa ‘todavía’ (‘más aún’). Detalles de nuestro lenguaje.

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Nosotros deberíamos pronunciar de manera diferente las consonantes ‘be’ y ‘uve’, pues la primera es ‘labial’; ‘labiodental’, la segunda. Como las pronunciamos de la misma manera, incurrimos con frecuencia en errores de ortografía, como escribir ‘acerbo’ por ‘acervo’. Esto le ocurrió al buen columnista Jorge Enrique Pava Quiceno en su artículo sobre la Nobel de Paz María Corina Machado: “...y el gran acerbo argumental de María Corina...” (LA PATRIA, 17/10/2025). “...el gran acervo”, es decir, ‘el gran cúmulo’. En efecto, el sustantivo ‘acervo’ (del latín ‘acervus-i’, ‘-montón, cúmulo, aglomeración’) es un “conjunto de bienes morales o culturales acumulados por tradición o herencia” o conseguidos por esfuerzo propio. Y el adjetivo ‘acerbo-a’ (del latino ‘acerbus-a-um’) significa “áspero al gusto”, ‘amargo, desabrido, agrio’. Una sola letra los hace muy diferentes.

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El verbo ‘desacelerar’ (‘reducir la aceleración’) es transitivo, por lo cual, cuando interviene en la oración gramatical, pide un complemento directo, verbigracia, ‘el taxista desaceleró la velocidad con la que conducía’. Cuando la acción del verbo transitivo recae sobre el mismo agente, el verbo se convierte en pronominal, por lo que debe emplearse con el reflejo ‘se’. Un titular de Eje 21 dice así; “Producción industrial colombiana desacelera en agosto y mantiene saldo negativo en el año” (16/10/2025). Así redactado, es ‘sensible’ en él la falta del complemento directo: ¿Qué desacelera?, se pregunta el lector. Como lo desacelerado es la misma producción industrial colombiana, el verbo tiene que ser ‘se desacelera’. Elemental. Esto mismo se aplica al uso del verbo ‘iniciar’, maltratado ‘tiro por tiro’. Escriben, por ejemplo, ‘el próximo jueves iniciará el concurso ecuestre’, en lugar de ‘se iniciará’. Por esto, tenemos en castellano los verbos transitivos, intransitivos y pronominales, cada uno con un oficio diferente en la oración.

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Una redacción descuidada trae consigo sinrazones, como lo demuestra ésta, de LA PATRIA: “Alrededor de 4 mil 500 asistentes y 110 autos se vendieron en la pasada feria Autoferia...” (21/10/2025). ¡Cuatro mil quinientos asistentes que cambiaron de dueño! Aunque absurdo, es lo que dice la nota. Ni siquiera la proximidad de la ‘hora cero’ justifica semejante descuido.